Pésimo servicio al cliente

La mayoría de empresas, entidades y negocios que atienden público en Ibagué lo hace con grosería y pensando que es un favor. Gerentes, propietarios, subalternos, vendedores, etc., tienen nulo conocimiento sobre satisfacción y servicio al cliente.

La mayoría de empresas, entidades y negocios que atienden público en Ibagué lo hace con grosería y pensando que es un favor. Gerentes, propietarios, subalternos, vendedores, etc., tienen nulo conocimiento sobre satisfacción y servicio al cliente. Simplemente, en su ignorancia, se focalizan en lo que consideran transcendental, sin preocuparles un higo el cliente, quien, en resumidas cuentas, es el que sostiene cualquier tipo de negocio. 

Además de productos o servicios de calidad, ¿qué quiere un cliente de parte de quien atiende? Buen trato y cordialidad, o sea, que no desayune con alacranes. Que salude. Si está ocupado que lo advierta. Si chismosea por teléfono que cuelgue de inmediato. Que si la consulta o queja es telefónica, el “momentico de espera” no derive en horas.  Que conozca la información o comunique rápidamente con quien la tenga. Que con necesidades ya expuestas, no pierda tiempo ofreciendo un producto diferente.

Que no base la atención en la vestimenta del cliente, pues sorpresas se han dado. Que no deje de atender cuando se pide algo más económico. Que no adopte modales de gañán porque dizque pisó la universidad. Que no diga, “no hay”, cuando el producto lo tiene en sus narices. Que ganando escaso sueldo mínimo, asevere calidad de un producto costoso, afirmando que lo usa. Y, muy importante, que el negocio no eluda la garantía de lo vendido.

Que los negocios privados que atienden servicios públicos, tipo IPS, EPS, bancos, pago de servicios, etc., por tanto, sometidos a las leyes que protegen derechos y dignidad de discapacitados, embarazadas cercanas al alumbramiento y tercera edad, no rehúyan el mandato de la Corte Constitucional de  adecuar sillas, fila o ventanilla preferencial para dichas personas. Además, que no aleguen tercera edad a partir de 65 años porque, en este caso, lo es a partir de 62.

Sin embargo, quienes permiten atención pésima también son culpables, porque como borregos sin dignidad e ignaros de la Ley, no obligan al respeto. Y, cuando alguno reclama o protesta no apoyan y le hacen mala atmosfera poniéndose de parte del negocio. Qué paradoja. En cualquier lugar del mundo, el buen trato o maltrato de clientes o usuarios fija la permanencia del negocio; en Ibagué, entre más maltraten tienen más éxito.

En conclusión. Hoy, que prima un mundo globalizado y competitivo, tarde que temprano tendrán que dejar de malgastar tiempo, recursos y energía andando un camino que lleva al fracaso. Por ende, en todo Ibagué se tiene que crear una cultura transversal y prioritaria de servicio al cliente que involucre a propietarios, directivos, empleados o dependientes. Es un proceso obvio, que los negocios exitosos han adoptado con constancia, porque ellos no sólo hacen una venta, sino que también aseguran la fidelidad del cliente.

Credito
AMPARO MARGARITA MORALES FERIA

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