“Celularmanía”

Igual que el computador, el celular se volvió un instrumento tecnológico esencial. En sus inicios lo usaron sólo algunos privilegiados, mas el hecho de ser transportable y ofrecer comunicación en tiempo real, hizo que fuera adoptado prácticamente por toda la población sin distinción de edad ni estatus económico.

Igual que el computador, el celular se volvió un instrumento tecnológico esencial. En sus inicios lo usaron sólo algunos privilegiados, mas el hecho de ser transportable y ofrecer comunicación en tiempo real, hizo que fuera adoptado prácticamente por toda la población sin distinción de edad ni estatus económico. Y, así como aumentaron sus usuarios, también aumentaron vertiginosamente ofertas de modelos y servicios. 

Pero, tanto jóvenes como adultos, en vez de convertirlo en un soporte para las relaciones sociales y familiares y para gestiones cotidianas de estudio y trabajo, lo transmutaron en un aparato que gobierna la vida, maneja la libertad y no deja alimentar los vínculos familiares ni mantener relaciones interpersonales.  Por ende, no permite tener una comunicación humana y afectiva, representada en intercambios cara a cara, sea sobre conversaciones triviales, reflexiones sobre tópicos más elevados o discusiones sobre las diferentes formas de pensamiento. 

Entonces, como este tipo de uso que, principalmente entre los jóvenes, aumentó hasta el abuso, ya está catalogado como enfermedad social y, definida como “teléfono-dependencia” o “teléfono adicción” o “celularmanía”. Pero, cómo no iba a suceder, si los niños no acaban de nacer cuando ya sus padres los aperan con celular, en consecuencia crecen teléfono-adictos. Por eso, entre la juventud la comunicación real está siendo sustituida por largas conversaciones telefónicas o MSM con abreviaciones, códigos y mala ortografía. 

Por consiguiente, estando los jóvenes en pleno desarrollo de sus funciones cognitivas y emotivas y de aprendizaje del manejo del contacto social y control de impulsos y emociones, ese lenguaje sintético y escaso los predispone a estructurar formas de pensamiento excesivamente pobres y reducidas. 

Y, como sus relaciones afectivas y amorosas, generalmente, las cultivan a través del aparatico, esto los lleva a sentir el celular como un símbolo de la presencia del otro. En consecuencia, dan al dispositivo un afecto que lo transforma en una especie de objeto-amuleto, que si les llegara a faltar serían incapaces de relacionarse de otra manera. Asimismo, les acelera el proceso de indiferencia emotiva respecto a la familia, estudio, problemas, coyunturas importantes, etc., situación que se palpa a diario en la desidia que muestran muchos jóvenes. 

La relación con el celular es potencialmente riesgosa para todos, pero particularmente para los adolescentes. Entonces, quienes los rodean deben preocuparse para que no lleguen hasta una aguda dependencia. Como prevención se les debe instar a relacionarse con el celular en forma equilibrada con auto control de tiempos de conversación y chat. También, a que concedan espacios para compartir con familiares y amigos. 

Porque usar el celular en manera excesiva puede causar graves consecuencias no sólo psíquicas sino también físicas. Lo afirma el grupo científico sueco de la Universidad Orebro, encabezado por Lennart Hardell, especialista en tumores del cerebro.

Credito
AMPARO MARGARITA MORALES FERIA

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