Negra Navidad

Nelson Germán Sánchez

Creo que quienes escribimos y opinamos, siempre tenemos temas que son de especial dificultad, por el grado de dolor que produce abordarlos. En esta época decembrina propicio es hacer balances, desear cosas buenas, enmendar propósitos y más en un año tan sui-generis como el 2020 que ha entrado en su ocaso.
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Pero hay realidades que deben abordarse, sobre las cuales es un deber moral pronunciarse y no dejar pasar, contribuir en algo para que no se invisibilicen y aprovechar estos espacios para aportar un pequeño grano de arena para hacer un llamado a que cada día nuestro comportamiento, decisiones, acciones y hechos generen mayor respeto y aprecio por la vida de nuestras niñas, niños y menores de edad.  Y coloco de primero las niñas, porque sin duda alguna en todos los reportes oficiales siguen siendo las mayores víctimas de abusos, vejámenes y muerte en nuestra sociedad. Para la muestra el caso de más reciente ocurrencia y recordación nacional: la pequeña Sofía, de escasos 18 meses, a quien el monstruo y enfermo de su padre mató a golpes. Ojalá en justicia verdadera -y no formal legal- se pudiera hacer lo mismo con él y con tantos otros abusadores y asesinos.  

Al de Sofía, se suma la del niño de 10 años asesinado en Barranquilla por sicarios que extorsionaban a su padre. El de otro de 12 años que fue muerto en Cartago, Valle, por defender a su mamá de su ex pareja abusiva con la que había terminado meses atrás. En el departamento de Colón (Nariño) la niña de 9 años que fue asesinada mientras recogía leña para su abuela; o la de la niña de 11 años desaparecida de un humilde barrio de Tumaco (Nariño) encontrada muerta días después. También la de una menor y su amigo que en el municipio de Mercaderes (Cauca) fueron asesinados en confusos hechos. A lo cual se suma lo ocurrido en el municipio de El Espino (Boyacá) donde una bebé de 23 meses, que era bestialmente maltratada por su padrastro no resistió más tal abuso y murió en un hospital. 

Tan terrible es el panorama que en menos de un mes –agosto- se registraron tres menores asesinados en Santander de Quilichao, dos jóvenes en Patía (Cauca), en el Tambo un joven de 18 años (Cauca) y otro más en Tumaco (Nariño), así como una adolescente de 15 años en Venecia (Antioquia). Y como no mencionar el mediático caso de los cinco menores afrodescendientes asesinados en el barrio de Llano Verde (Cali).

Según la ONU, en el primer trimestre de este 2020 ya 19 niños y niñas habían sido asesinados en el país por ocasión de la violencia o el conflicto armado. Nada adelantador este panorama como se ve. Pero depende de nosotros el que no se conviertan en simples cifras, estadísticas, datos fríos y poco significativos, si no que nos sirvan para reflexionar sobre lo que nos está pasando como sociedad, el cómo afrontarlo, qué requerimos para darle valor e importancia al respeto de nuestros niños, jóvenes, adolescentes, menores de edad, pero especialmente de nuestras niñas.

En lo personal, lo familiar, creo que la mejor manera es seguir luchando contra ese cáncer del machismo que impide ver a las mujeres como iguales, con todo el respeto que merecen, que no son un producto ni propiedad de nadie distinto a ellas mismas, su valía e importancia, así como pletóricas de capacidades que puedan desarrollar libremente y sin acoso de ningún tipo, con las cuales logren transformar una sociedad como la nuestra que tantos cambios requiere. 

Por tanto, también está en cada uno de nosotros romper el silencio, no ser acomodaticios, permisivos ni cómplices con los abusos hacia la niñez y la juventud. Elevar el listón moral para cada vez exigir más a la justicia, a jueces, a fiscales, defensores de familia e inspectores que dejen la pereza y permisividad cuando se conocen los primeros indicios de un posible abuso contra nuestros los niños y actúen con diligencia y profesionalismo, pero por sobre todo con valor civil y eticidad en su labor. No hagamos de esta otra negra Navidad para las niñas y niños.

NELSON GERMÁN SÁNCHEZ PÉREZ –GERSAN-

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