Sensatez y lucidez, como forma de resistencia

Nelson Germán Sánchez

Hay que comprender la sensatez como acto de resistencia y mucho más por estos días convulsionados, donde existe la amenaza real de entregar los derechos y las libertades ganadas a través de largos años de lucha por el ser humano, a gobiernos bizarros que recurren al populismo, el miedo y la mentira en el contexto de la pandemia que vivimos, para asegurarse el control del erario y del poder, en nombre de la seguridad y el futuro.
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La idea de la sensatez (cualidad de sensato: prudente, cuerdo, de buen juicio) como acto de resistencia, se la escuché a María Cristina Ocampo, ex directora nacional del Icbf, con quien somos compañeros del Centro de Pensamiento Libre de Colombia y tuvimos la oportunidad de disertar sobre los hechos más representativos del 2020 y los que serán del 2021 en el programa Sapiens.

Hacer lo correcto así incomode a algunos, siempre es lo sensato, lo mismo que mantener un buen juicio y un claro razonamiento en estos tiempos es un deber moral, para salvaguardar la ciudadanía frente a malos, abusivos y derrochadores gobiernos en turno. Cualquier parecido con Ibagué hoy, es pura coincidencia.

Fue entonces que recordé, que había dejado abandonada hace algunos años la lectura del Ensayo sobre la Lucidez de José Saramago y lo retomé. Y no podía ser más acorde a estos tiempos la temática allí narrada. Es la historia de una ciudad capital, cuyos habitantes concurren a las urnas en el momento electoral y de forma mayoritaria votan en blanco. En disputa –y en el poder- estaban el partido de la derecha, contra los partidos del centro e izquierda. En una primera votación, el partido de la derecha alcanza un poco más del 10 por ciento, el del centro cerca al diez y la izquierda algo más de dos puntos. Nulos y no marcados también hacen presencia en las urnas.

Convocada una segunda votación, porque se creía que el voto en blanco era subversivo y significada un atentado contra la democracia, el sistema imperante y el establecimiento gobernante lo cual era inaudito y, por tanto, se requería salvar la tradición mandante, sucede en aquella ciudad exactamente lo mismo: Gana abrumadoramente el voto en blanco, como una manera de rechazar el mal gobierno y los políticos de siempre. La derecha, el centro y la izquierda sacan mucho menos porcentajes en el total de la jornada, frente a la primera votación. Todo esto desencadena entonces un frenesí de decisiones desesperadas y acciones desde el Estado, que van desde encerrar la ciudad y bloquear sus fronteras, para detener el voto en blanco y que no se expanda por el país, hasta el montaje de una bomba en una plaza para generar pánico y que la gente pida un salvador y orden. Pasando por una instrucción de que quien quiera se vaya de la ciudad, para que deje la contaminación surgida a quienes decidan quedarse; pero luego viene una contraorden de no dejar salir a nadie, de retirar la Policía, bloquear suministros, enviar espías y agentes del gobierno a buscar las causas y culpables de ese peligroso germen del voto en blanco, por mostrar un inconformismo contra el Gobierno y que no se puede aceptar de ninguna forma, por atentar contra la tradición, lo establecido y la patria.

En fin, mezquindades, pujas por el poder, traiciones entre políticos, intereses ocultos, chivos expiatorios, señalamientos a inocentes porque se necesitan culpables, muchas mentiras públicas, manipulación, exageración de cifras oficiales y campañas prefabricadas hacen parte de la historia, como siempre mucha corrupción y hasta asesinatos para tapar secretos.

Pero en todo ese panorama emergen silenciosos actos de conciencia individual, incluso entre los detectives de Gobierno, impregnados de ese valor permanente demostrado por las familias residentes en esa capital que ya no se dejan engañar por promesas, anuncios y comerciales, y que actuando estoicamente y sin hacerlo visible, expresarlo ni demostrarlo en público, resistiendo y solo ejerciendo bajo el mandato de la ley y la constitución: votan en blanco. Una revolución silenciosa, incontenible y pacífica donde la sensatez y lucidez (cualidad de lúcido: Claro en el racionamiento) cundieron, es lo que describe Saramago en sus líneas. Un buen texto, recomendado, para todos aquellos que preguntan por una lectura que iniciar. “Ensayo sobre la Lucidez”, para acompañar los tiempos de pandemia. 

NELSON GERMÁN SÁNCHEZ PÉREZ –GERSAN-

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