Falso triunfalismo Covid

Nelson Germán Sánchez

Un fenómeno social muy particular observamos por estos días en el país e Ibagué no es la excepción. Como el comercio relativamente abrió sus puertas, los bares, restaurantes, canchas de fútbol y hasta iglesias ya prestan servicios, hay una idea esquizofrénica en el ambiente que parece contaminar la lógica y la razón: Que el coronavirus desapareció.
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Que desapreció de nosotros, de nuestras casas, de espacios públicos, del transporte, de la economía y de la realidad real. La verdad, el virus parece haberse difuminado pero momentáneamente de nuestro foco de atención. Olvidamos con facilidad los muertos anónimos y personajes víctimas de él hasta hoy, las altas tasas diarias de fallecimientos registradas en las últimas semanas y el riesgo permanente de contagio para personas con enfermedades precedentes, adultos mayores, jóvenes y niños con defensas bajas. Más actividad cotidiana parece sinónimo de relajamiento extremo, como si el mortal virus que nos arrinconó desde el año pasado se hubiera desvanecido por obra y gracia de la suerte. Es cierto que las realidades y necesidades diarias nos cuestionan permanentemente hacia un lado y hacia otro; que si UCI ocupadas entonces decretar toques de queda y limitar libertades individuales, que comercio quebrado y desempleo obligan a flexibilizar medidas para reactivar economía, que el Gobierno anuncia que las vacunas ya casito llegan –incluso las rusas, que ironía-, entonces lanza con bombos y platillos una plataforma para inscribirse en las EPS –sí, las mismas EPS que tienen quebrado el sistema de salud con su “sangüijuela” intermediación y donde las citas con especialistas se demoran mínimo seis meses; háganos el bendito favor-.

Todo los días se reciben mensajes contradictorios de todas partes, desde las redes sociales y medios de comunicación: si vacunarse o no, cuál vacuna tiene más efectividad, menos problemas y riesgos secundarios según los casos que comenzamos a conocer; teorías conspirativas versus la ciencia, a lo cual se suman los más notorios desatinos comunicacionales de los gobiernos nacional y local, con escasa claridad y poca contundencia. 

Por ejemplo, el Ministro de Salud dice que hay que seguir con las alertas arriba, pero que los niños ya pueden ir de forma absolutamente segura en alternancia a colegios, pero ni él ni la Ministra de Educación responden con certeza si ya están al día las instalaciones de las instituciones educativas, totalmente adecuadas, con las medidas de bioseguridad, distanciamiento y logística necesarias para el año escolar, incluidos tapabocas, alcohol, desinfectantes y demás.

Por el otro, el Ministro de Comercio invita a viajar, vacacionar de nuevo, abrir hoteles, centros de recreación, mientras las mismas autoridades de salud avisan del extremo cuidado que debe tenerse al hacer esas actividades, y que se recuerde que el plan de vacunación va por fases, que tomará varios meses o más de un año para completar las dosis que se requiere de inmunidad y hasta entonces todo es un riesgo. 

Igualmente, nos sucede en Ibagué. Este fin de semana particularmente parecía que todo andaba “divinamente”, aglomeraciones por aquí y por allá, locales a reventar de personas echando pola  y guaro porque se levantó el toque de queda y se pusieron en marcha sectores comerciales. Así como se es sede de un evento de patinaje internacional con un pocotón de niños y jóvenes de todas partes recorriendo la ciudad y juntándose unos con otros. Pero al tiempo, sale el asesor médico de la Gobernación del Tolima y la Alcaldía de Ibagué a decir que el descenso en la ocupación de las camas UCI se debe a una mayor mortalidad, algo así como que gracias a que varios murieron de Covid se desocuparon las camas y bajó la ocupación de esas unidades especializadas; por tanto, abramos el comercio y todo de nuevo, asunto arreglado.

Pero era el mismo personaje que hace poquitos días también decía que la ciudad estaba a punto de ver morir gente a la puerta de los hospitales porque las UCI estaban a reventar por la cantidad de aglomeraciones que veía. O sea, las aglomeraciones eran malas entonces, ¿pero ahora que la Alcaldía abrió todo y hay un evento internacional que trajo más gente no? ¿Dónde está el nivel de coherencia del mensaje oficial?  Ante ese panorama construido evidente dual, dicen los psicólogos y sociólogos, que la gente siempre preferirá aquello que le permita un poco de falsa tranquilidad, de hacerle olvidar los problemas y la verdad de forma temporal, de dar la espalda a la realidad y generarse una satisfacción momentánea, una ficticia tranquilidad. En este caso, un falso triunfalismo Covid, producto la poca claridad en lo que expresan quienes tiene que ejemplificar. Coherencia, señores, coherencia.

NELSON GERMÁN SÁNCHEZ PÉREZ –GERSAN-

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