Separar trigo (verdad) de cizaña (mentiras)

Nelson Germán Sánchez

A casi un mes de su posesión, mucho se ha dicho del discurso de Joe Biden como presidente de los EE.UU. Pero creo que lo más importante por la coyuntura de hoy fue la verdad vs la mentira. Del peligro de gobernar con la mentira porque exacerba los ánimos, las emociones políticas (como diría Martha Nussbaum), crea falsas realidades, reemplazar los hechos por supuestos y las certezas por pareceres y expectativas.
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Porque la mentira se vende con facilidad y es cómodamente digerible, porque no requiere esfuerzo para pensar, eliminando a quien la recibe mediáticamente o por las redes sociales dada su inmediatez, la exigencia de constatarla, contrastarla o razonarla, lo que sí exige la verdad. “Nos enfrentamos a un ataque a la democracia y a la verdad”, apuntilló Biden. De ahí lo peligroso que resulta no rechazar la cultura donde se fabrican o manipulan hechos, datos o cifras. 

Por tanto, en el contexto que vivimos allá y acá es menester recordar a Hannet Arendt, la neutralidad es casi peligrosa, porque apunta a robustecer la cosificación del ser humano y, por tanto, se le deshumaniza a través de la mentira reforzada con entretenimiento –digo yo-; por ello, lo desastroso que resulta para sociedades como la nuestra el renunciar a pensar y dejarse llevar por la comodidad de la inercia que producen momentos cargados de mentiras. Es un riesgo inminente acostumbrarnos a la mentira como una herramienta de gobierno y poder desde la administración pública o privada, y mucho peor ser cómplices silenciosos de ella renunciando a lo más mínimo: Exponerla y cuestionar su veracidad, porque está en juego la vida misma, el futuro económico y social.   

Dijo Biden algo muy cierto, al ser consciente de lo cerca que estuvieron de iniciar un caos institucional y social, mucho peor de lo que está. “Las últimas semanas y meses nos han enseñado una lección dolorosa. Hay verdad y hay mentiras. Mentiras contadas por motivos de poder y provecho. Y cada uno de nosotros tiene el deber y la responsabilidad como ciudadanos y especialmente como líderes -líderes que se han comprometido a honrar nuestra Constitución y a proteger nuestra nación- de defender la verdad y derrotar las mentiras”. 

Por eso, una y otra vez se necesita alzar la voz, confrontar discursitos con realidades, separar las verdades de las mentiras, lo que se puede hacer con el simple crear ilusiones. Separar el trigo de la cizaña. Es decir, a la verdad de la mentira. La tarea no es fácil, pero no por ello imposible y más en nuestro país o en una ciudad como Ibagué con tantas necesidades. Porque por sus “logros”, quienes hoy la “administran” parecieran fastidiarse al extremo y hacen pantomímicos esfuerzos para dar una apariencia de acción. De ello la feria de anuncios, promesas, “inicios” de obra y comienzos de procesos, visitas a barrios, todo para jugar con la esperanza. Pareciera una falsa fachada, muy al estilo de la Estrategia del Caracol, “ahí les dejo su h….. casa pintada”. Es obvio que por sus “hechos” de 14 meses la inmensa mayoría de ibaguereños no les creen, por los indicios de ser apóstatas de la verdad y  probables fabricantes de mentiras. 

NELSON GERMÁN SÁNCHEZ PÉREZ –GERSAN-

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