Cortolima: En los sótanos del infierno

Nelson Germán Sánchez

No importa si es Paquita de la del Barrio, María de los Guardias, Laura Bozzo o la doctora Polo, quien esté el frente de la Corporación Autónoma Regional del Tolima, Cortolima, o que si Olga Lucía Alfonso Lanini es la dama de hierro, de latón, de oropel, de paja o pariente del Ratón Pérez que intercambia dientes por dinero. Eso es llevar un debate crucial y vital a una liviandad extrema de cualidades profesionales y personales de quien dirige una entidad, como si se trata de hacer ahora -por unos y otros- acople de baladíes argumentos a favor o en contra frente a la mala calificación obtenida por desempeño de la última vigencia, según el Índice de Desempeño Institucional que mide las 32 CAR del país.  
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No importa si es Paquita de la del Barrio, María de los Guardias, Laura Bozzo o la doctora Polo, quien esté el frente de la Corporación Autónoma Regional del Tolima, Cortolima, o que si Olga Lucía Alfonso Lanini es la dama de hierro, de latón, de oropel, de paja o pariente del Ratón Pérez que intercambia dientes por dinero. Eso es llevar un debate crucial y vital a una liviandad extrema de cualidades profesionales y personales de quien dirige una entidad, como si se trata de hacer ahora -por unos y otros- acople de baladíes argumentos a favor o en contra frente a la mala calificación obtenida por desempeño de la última vigencia, según el Índice de Desempeño Institucional que mide las 32 CAR del país.  

Tampoco es serio ni responsable caer en el eco de la fórmula “Celia Cruz”, es decir, de Tongo le dio a Borondongo, Borondongo le dio a Bernabé, Bernabé le pegó a Muchilanga, le dio a Burundanga y con esa extensión de la “culpa” por secula seculorum tendrían que responder por el último lugar que hoy ocupa en la calificación de toda las CAR del país desde Alfonso Lanini, Jorge E. Cardozo, Carmen Sofía Bonilla, Ever Navarro y hasta Estefan Upegui cuando fue director, en el año upa.

Lo transcendental y lo que todos los tolimenses indistintamente debemos reclamar es la puesta en marcha de resultados, conocer en detalle el plan de mejora, las acciones inmediatas de corrección, los tiempos, plazos e indicadores que se van a impactar y el compromiso de que en la próxima calificación se saldrá de ese último lugar de hoy -que la ubica en el sótano de los infiernos, parafraseando a un famoso-, y con esa labor se subirá un puesto, dos, cinco o 20, evidenciando la mejoría; eso es lo realmente importante para la entidad y para la región.  Es crucial fortalecer la entidad, robustecerla en su función de autoridad ambiental, en sus finanzas, sus procesos y procedimientos, las respuestas a las necesidades de los ciudadanos e instituciones que requieren acciones de alto valor e impacto frente a una problemática global y cierta como lo es el cambio climático.

Por lo cual, una corporación como Cortolima nos debe preocupar y llevarse a cabo sobre ella toda la inspección, vigilancia, supervisión, veeduría ciudadana, acompañamiento y cuidados posibles en sus aspectos misionales, administrativos y financieros en las que fue rajada, para mejorar lo más pronto posible. Establecer el número de seguimientos con sus visitas respectivas, resolución u acto administrativo frente a simples salidas a campo. Superar eso de que gaste más de lo que cobra, igual en todo lo relacionado a concesiones de agua, discriminando las que son grandes y más consumen el vital líquido por segundo de la pequeña finca de un metro cúbico por segundo, frente a la de los nueve mil metros cúbicos por segundo. Mejorando, también, la ejecución presupuestal y de recursos.  

De la misma manera, robusteciendo las fuentes financieras de las cuales se nutre como la sobretasa ambiental del predial, el uso de agua por concesiones, la tasa retributiva de vertimientos, la tasa del sector eléctrico por hidroeléctricas y las más importante: la gestión propia por seguimientos, licencias, sanciones y las concesiones que financian su funcionamiento. Aspectos todos que se miden formalmente desde el año 2015, al parecer. No nos llamemos a engaños, Cortolima literalmente sí es una joya de la corona para el Tolima, pero no a ojos de lectura electorera - burocrática, si no para todos los que aquí vivimos para prospectivamente poder contar con mejor calidad de vida y ambiente, mejores posibilidades de desarrollo sostenible y sustentable que en buena medida dependen de las decisiones y acciones de esa entidad y de su buena salud en todos los aspectos misionales, porque los retos que enfrentamos para subsistir son complejos para todos.

La ONU, la Unión Europea, universidades de todo el mundo, centros de investigación, la NASA y hasta Bill Gates, entre muchos otros, han advertido hasta la saciedad que el cambio climático no es un cuento chino y que está en pleno proceso sobre la tierra, no es un acontecimiento de futuro, es más bien del pretérito perfecto. 

Creo que en esta ciudad todos hemos sido testigos por estas épocas de torrenciales lluvias, sofocantes calores, deslaves, crecientes súbitas, de por qué se va el agua en Ibagué, discusiones sobre qué hacer con los acuíferos, aguas subterráneas para aprovechar, contaminación por agroquímicos de afluentes, deforestación, extensión de frontera agrícola, contaminación, ampliación de suelos desérticos, desaparición de especies de flora y fauna, en fin, con un clima cada vez menos predecible en razón a ese cambio y con más problemas. Esperamos y crucemos los dedos para que el próximo informe la Contraloría General de la Nación no vaya a bajar a otro nivel más en esos sótanos del infierno a Cortolima, y que aunque sea la suba al mezzanini.

 

NELSON GERMÁN SÁNCHEZ PÉREZ –GERSAN-

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