Perales: vergüenza aérea

Nelson Germán Sánchez

Si la honorable anciana madre del Presidente de este país, a quien nuestro agotado burgomaestre rodilla en tierra y besito en pies condecoró en días pasados, hubiera necesitado una botella de agua para tomarse un medicamento en el aeropuerto Perales para calmar una dolencia o beber una aromática para la tensión, no lo habría conseguido porque los locales están cerrados.
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La misma situación que le sucede a quienes viajan desde la terminal aérea y deben esperar sus vuelos las ya consabidas dos o tres horas por retraso o cierres. Nadie tiene donde tomarse un tinto, comer algo o calmar la angustia. No se tiene nada para ofrecer al que se va ni al que llega. Si les coge allí la hora del almuerzo o del desayuno, pues entonces deben recurrir a plataformas, a contactos de domiciliarios, familiares o servicios de transporte público para que algo de comer les lleven y poder alimentarse, por lo cual, las entregas de bolsas de comidas a pasajeros ya son parte del paisaje común en los pasillos del Perales. Y no se le vaya ocurrir quedarse sin efectivo, porque no hay un solo cajero automático ni mucho menos servicio bancario para transacción alguna. Si llega en pleno aguacero y lleva sombrilla, es mejor no cerrarla dentro del edificio porque el agua entra rauda y sin problema como en un colador; llueve igual adentro que afuera.

Todo esto nos lleva a una reflexión frente a lo anunciado en materia de competitividad de la ciudad, ahora que se trata de mostrar como un gran logro, como algo excepcional, que Ibagué subiera dos puestos en la escala que mide el índice de competitividad de las ciudades colombianas, lo que no le alcanzó ni siquiera para salir de la parte inferior de la misma. Es de verdad esta una ciudad competitiva con un aeropuerto con tales falencias y las deficientes aéreo ayudas que todos sabemos y padecemos.

Ahora, frente al anuncio de que Avianca pondrá aviones más grandes a aterrizar y despegar desde la pista, lo que se proclamó con bombos y platillos, pues más valdría ante la realidad actual que siguiera manteniendo esos aviones chiquitos e incómodos, con los precios extorsivos de hoy en tiquetes, que aumentar el número de personas que vengan a llevarse una mala impresión de la ciudad y su primera vitrina: el aeropuerto; por ello, lo mejor es decir que para más vergüenzas es mejor dejar así y quedarse con esos avioncitos.

Bueno, como también andamos en la moda de diagnósticos, estudios y actualizaciones del turismo y sus políticas, no vaya hacer que resultemos en un copy page de las leyes y normas nacionales e internacionales en un papel y un reguero teórico y citacional como se acostumbra, y no le prestemos atención a la acción, al arreglo y la inversión sobre el territorio, infraestructuras, bienes, prestadores y productos turísticos reales que es lo importante y lo necesario. Y el aeropuerto sí que lo reclama a gritos; o, aunque sea, tener allí alguien para que en nombre de la ciudad dé la bienvenida a quienes están arribando a eventos, como sucede mínimamente en otros aeropuertos de Colombia y el mundo, en especial los del Eje Cafetero, región administrativa a la cual ahora pertenecemos. 

Lo único que falta en el Aeropuerto Perales es que cierren más los baños al público, para completar la corona de perlas que tiene. Recordemos que hasta piques ilegales ya se hicieron en sus pistas, así que nada nos puede asombrar. A todas estas, dónde están las autoridades, dirigencia política y gremial, en especial la local, haciendo el reclamo y exigiendo prontas soluciones al Gobierno nacional para que acabe de una vez esta calamitosa situación. Porque solo para fotos de vez en cuando, anuncios y poses por redes sociales pues es mejor que no “hagan tanto” ni tampoco perder tiempo y recursos al sector productivo y los viajeros. 

Una salida sencilla sería buscar entonces, dadas las “buenas relaciones” con el Gobierno nacional, pedir a la Aerocivil un convenio especial de arriendo de esos locales desocupados y dárselos a tanto emprendedor, comerciante y profesional independiente ibaguereño que requiere un impulso real para su negocio, eso también ayudaría a la reactivación económica. Claro, que los precios sean acordes a la realidad financiera de una ciudad como esta y no a ojo de la cara, como lo que dicen pide hoy la aeronáutica. Y de paso, que alguito de cemento y pintura le pasen a la terminal, incluida la oficina de la Policía Nacional, que da física grima. El Aeropuerto debe volar alto y no dar más vergüenza.

NELSON GERMÁN SÁNCHEZ PÉREZ –GERSAN-

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