Una estafa colectiva con el agua

Nelson Germán Sánchez


Altos de Miramar, Alminar Samoa y Arboleda Campestre son nombres que pasarán a la historia moderna de Ibagué por haber desnudado un problema a la vista de todos, pero que no se quiere ver en su real dimensión: La falta de suministro de agua potable por parte de la ciudad hacia miles de sus habitantes, que padecen un verdadero calvario por ese racionamiento obligado.
PUBLICIDAD

Pero a esos barrios podríamos agregar cientos más, empezando por Las Vegas, el Yuldaima y alrededores, Onzaga y sectores cercanos a la avenida Ambalá, El Salado, Yarumo y otras zonas de Picaleña, incluso hace poco menos de dos meses hasta la cárcel El Coiba se quedó sin agua y los reclusos protestaron. En fin, hacia el punto cardinal que ud mire en la meseta ibaguereña encontrará un problema de falta de suministro de agua o de continuidad real –no formal- en el servicio de acueducto. No menos de 50 barrios tienen ese problema a diario.

Por eso, pasado el jolgorio de las festividades y seguramente ad portas de conocer los rimbombantes informes “institucionales técnicos” sobre los miles de millones de pesos que dejaron y los cientos de empleos creados por esa reactivación económica con sabor a  folclor, debemos ocuparnos  otra vez de temas trasversales, cruciales y transcendentales para el futuro de la ciudad y la calidad de vida de sus habitantes como la falta de agua potable permanente.

Todo indica que no falta ni un documento de institución o autoridad competente sobre la dramática situación, pero parece que estos no tuvieran importancia o fueran absorbidos por fuerzas oscuras que los llevan a un hoyo negro para presionar su olvido e invisibilizarlo. A lo cual se suma las declaraciones públicas hace unos meses de autoridades administrativas competentes como la propia gerente del IBAL, quien reconociera que desde hace 5 años se dieron aprobaciones para la construcción de planes parciales de vivienda con sus respectivas disponibilidades hidrosanitarias, para la nada despreciable bobadita de cerca de 50 mil soluciones, sin realmente tener tales condiciones de servicio. Las preguntas son: quiénes fueron los responsables, dónde están, cómo se llaman y por qué se les permitió eso. 

Ante la pasividad frente a esta conducta reiterativa y evidentemente perjudicial pareciéramos estar siendo partícipes de una posible estafa colectiva pública hacia los compradores de buena fe de vivienda en la ciudad, o si no quien entiende el actuar de la Alcaldía, Planeación Municipal, El IBAL, las curadurías urbanas, notarías, instrumentos públicos y demás instituciones en estos casos, donde no se advierte del dramático problema que sigue aumentando ante más construcciones por todo en el municipio. ¡Ah claro!, al menos que se les esté informando públicamente cuando compran del problema de suministro y los cortes del servicio de agua.

Seguramente hoy miles de familias amanecieron sin agua en sus grifos o soportando el racionamiento de facto, pero silencioso, que aplica el IBAL, otros en el círculo vicioso de que se llenen los tanques de reserva para activar el servicio; más temprano que tarde tendremos noticias de nuevas protestas, bloqueos de vías y exigencias de los “sedientos” que pululan por doquier. Esta reflexión no se trata de aguarle la fiesta en las celebraciones piscineras del lavado de imagen y marketing institucional a nuestras autoridades locales, si no un llamado para hacerle frente entre todos y tener listos los salvavidas estructurales para actuar ante un problema enquistado en nuestro municipio, al que nadie pareciera querer poner el pecho por los cayos e intereses creados alrededor de mantener el estado actual de las cosas, hasta naturalizarlas, esperando que se cierren los ojos hasta el día que estalle y entonces nos toque afrontar no solo una emergencia sanitaria si no social y de orden público que a todos nos perjudicará. 

Si hay un tema que merezca toda la atención y trámite ante el nuevo Gobierno nacional de parte de los elegidos congresistas del Tolima y la concentración de esfuerzos en el cierre de su periodo constitucional al Alcalde de Ibagué, es el cómo se superará este crítico problema del suministro de agua en la ciudad.

 

Nelson Germán Sánchez Pérez –Gersan-

Comentarios