Horizonte de expectativas

Nicolás Camargo

Leer el mismo libro varias veces en la vida puede ser una experiencia completamente diferente cada vez. Ver la película de un libro leído, puede cambiarnos la perspectiva que teníamos del mismo.
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En la literatura, el concepto de ‘horizonte de expectativas’ tiene que ver, precisamente, con esa idea previa que tenemos de una obra antes de leerla, durante la lectura y después de su lectura. Incluso, aplica para la lectura que hacemos de una misma obra en diferentes momentos de nuestra existencia. Nuestra percepción se ve afectada por lo que hemos vivido, aprendido y entendido. Nuestro horizonte de expectativas frente a la vida que conocemos en el planeta ha sufrido un cambio irreversible, aunque se entienda o no cuál es ese cambio -hablando desde una visión menos literaria. Y, es que, si por un momento se detienen a pensar, esta pandemia nos ha lesionado en lo más profundo de nuestra humanidad. Nadie saldrá tranquilo ahora a la calle, si antes nuestra perspectiva de la seguridad era compleja, hoy si que lo es mucho más. Salir a la calle es estar en un estado permanente de alerta, de paranoia controlada. Hay que estar atento por si alguien tose, estornuda, se acerca mucho, escupe involuntariamente cuando habla y un largo listado de situaciones a las que debemos estar atentos. ¿Acaso no era suficiente con estar pendiente de las cosas personales, para ahora adicionarle esto? Ven, entonces como nuestro horizonte de expectativas ha cambiado frente a lo cotidiano. Antes nos daba igual si alguien estornudaba o cualquier reacción que implicara que micropartículas salieran de sí. Hoy es casi sinónimo de muerte o como me dijo alguien estos días: “cuando estornudas o alguien lo hace, experimentas un micro-infarto”. Todo en uno se mueve. El corazón se acelera, se detiene y, por un momento, uno no sabe si decir el cordial “salud” o un contundente llamado de atención de “cúbrase”. No es la misma vida ni mejor ni peor, aunque no todos seamos conscientes de eso. No es mejor por esto no nos va a graduar de seres realizados o iluminados, después de quién sabe cuántos meses de encierro. No seremos la mejor versión de nosotros, porque todos estamos preocupados, ansiosos. Estamos experimentando un trauma colectivo y aún desconocemos sus efectos en el futuro. Entonces, tampoco puedo decir que la vida es peor o lo será porque los seres humanos sí que podemos sorprender. Nuestra resiliencia puede que nos ayude, pero eso sería caer en lo mismo, una ansiedad innecesaria frente al futuro. En todo caso, una pandemia se vive una vez en muchas generaciones a nosotros nos tocó esta, algo que sin duda va a hacer que cambies nuestra manera de relacionarnos sea más distante y agresiva o por el contrario compasiva y amable. Cualquiera que sea el giro de nuestro horizonte de expectativas, según la teoría literaria hay tres formas de resolverlo: que confirmemos el primer escenario posible (lo primero pensado); que nos defraudemos y modifiquemos nuestra perspectiva inicial; o en últimas abandonar lo leído, en este caso lo vivido. Bueno esto último es bastante difícil, así que pensemos mejor en ese cuento de “reinventarnos”. Ya lo ordenó el presidente Duque.

JUAN NICOLÁS CAMARGO

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