Victoria heroica

Rafael Nieto Loaiza

Fue una victoria heroica: contra el Presidente y sus ministros, gobernadores y alcaldes; los partidos políticos; la mermelada; los cacaos, los grandes contratistas y los sindicatos, alineados; los medios con alguna excepción; el Papa, que condicionó su viaje al Sí en el plebiscito, y el Cardenal; la comunidad internacional; y la guerrilla, que aún ejerce presión armada.

Y unas reglas de juego y un árbitro amañados. Reducción del umbral del 50 al 13% y eliminación del voto en blanco y de la abstención activa; autorización a los funcionarios públicos a hacer política; eliminación de la financiación pública de la campaña y al mismo tiempo permiso para el uso de bienes del Estado para el Sí; inscripción sin límite de comités promotores y por eso eliminación del tope de gastos; el espec-táculo en Cartagena como un acto de campaña y que la supuesta pedagogía sobre el contenido de los acuerdos fuera una publicidad mentirosa por el Sí; hacer la pregunta que “se le dio la gana”, en abierta violación a lo que sostuvo la Constitucional en su sentencia. La campaña por el Sí, a la que le sobraban medios, por convicción o por interés en el tercer canal o en licencias para emisoras, gastó decenas de miles de millones de pesos. La del No apenas unos cuantos centenares.

Aun así, ganó el No. Y no fue porque tergiversáramos los mensajes, como en una declaración irresponsable y mentirosa dijera un gerente de campaña que, por cierto, no tuvo nunca entre sus funciones la definición de la estrategia o de los contenidos. En mis intervenciones y en las de aquellos que conozco, no hubo una sola afirmación que no tuviera sustento en los acuerdos y no esté dispuesto a defender públicamente.

Y no fue “por ignorancia o por no haberse leído los acuerdos”, como dijo Santos. Fue puro voto de opinión, de ciudadanos que, aunque queremos la paz, consideramos inadecuados unos acuerdos que, más allá facilitar su desmovilización y desarme, premiaban a los violentos.

Quieren ahora deslegitimar y desconocer ese triunfo. No ocurrirá. Salvo que dejemos de ser una democracia, tendrán que respetar la voz del pueblo.

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