La derecha y sus palabras gastadas

Darío Ortiz

“Estamos viviendo el punto álgido del cese del fuego y del diálogo nacional”. “El Presidente de la República se  comprometió con nosotros a continuar el diálogo”. “Lo que estamos planteando es recoger el 70% de los abstencionistas de este país”. “No creemos que la paz en este momento sea un gran negocio de los ganaderos y de los latifundistas de este país, la paz tiene que ser el fruto del acuerdo de la nación colombiana”. “Es sospechoso  que vaya a cumplirse el contenido de un pacto, el contenido de un acuerdo.” “Pero eso se puede cumplir en la medida en que hablemos de justicia.” “Creemos que la Nación hoy puede hacer un gran acuerdo nacional que recoja los anhelos, las necesidades y los apremios de la nación y del pueblo colombiano”. “Quisiera decirles, para terminar, que no queremos que este momento de consenso nacional en torno a la paz, se nos constituya en una nueva frustración, sino que esto sea, de verdad, el principio de una nueva etapa en la vida nacional”.

Frases como esas las hemos escuchado o leído frecuentemente en las últimas dos semanas, tras una ola de incertidumbre y conmoción política que aún no acaba, en boca de la plana mayor de quienes, sin ser sus dueños, están cobrando la victoria a nombre de todos los que votaron por el No en el país. Pueden sonar como palabras alentadoras, pueden sonar como si efectivamente por fin tuviéramos la oportunidad de sentarnos a pensar en nuestro país y en los problemas que nos han llevado a décadas de conflicto interno o en los cambios y caminos que nos conduzcan a la paz.

Sin embargo, ese rasgarse las vestiduras por el aparente temor de que termine el cese al fuego, el intentar cobrar para si los votos del abstencionismo, el tocar el tema de la propiedad agraria tan sensible en un país que no ha podido parar nunca el eterno expolio campesino; esa invocación a ideales de suprema justicia; la necesidad imperiosa de lograr un acuerdo, un inminente acuerdo nacional para solucionar todos nuestros apremios; y ese ferviente deseo repentino de paz; todas esas frases entre comillas con las que comienzo éste texto tan de Uribe, de Zuluaga, o Pacho Santos en los días siguientes al plebiscito muestran qué cansado, mamerto y poco original es el discurso que hoy usa de máscara la derecha en Colombia. Muestran cómo vivimos en un tiempo circular donde se prefieren los pactos y las trapisondas que disfracen nuestras diferencias que el tener el valor de aceptar contradictores políticos que permitan la supervivencia de opiniones distintas. Donde se prefieren los frentes nacionales para repartirse la torta del poder, la burocracia y los contratos entre la casta gobernante que la aceptación de que hay otras fuerzas vivas que están cansadas de la matanza, de la plutocracia, del latrocinio, de la corrupción y hasta de la democracia que los defrauda de elección en elección.

Y es tan clara esa máscara con la que habla de unión, justicia, pacto nacional y paz la cúpula del uribismo, que todas y cada una de las frases entre comillas de éste artículo, aunque nos suenen conocidas, son tomadas de una declaración pública del grupo guerrillero M19 en abril de 1984, años antes de que entregaran las armas. La derecha predicando con palabras gastadas de la izquierda mientras dejan entrever su verdadero rostro cuando con burdos juegos de palabras, lanzan una campaña presidencial, piden impunidad para los falsos positivos, perpetuación del expolio de tierras y venganza contra unos líderes guerrilleros que ahora, disfrazados de ovejas, ponen en evidencia a los lobos.

Comentarios