El poder de la mentira

Óscar Barreto Quiroga

Basta con observar la sociedad que tenemos, más allá de unos criterios meramente simplistas, para darnos cuenta de la profunda crisis de valores en que estamos, la familia como el eje articulador y formador del ser humano atraviesa una profunda crisis, casi desaparecido está el referente familiar de honestidad, disciplina, respeto y amor. Los valores se han perdido en su gran mayoría, sin importar la disfuncionalidad del hogar moderno o el tipo de familia que se clasifica en varias hoy en día.
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El desapego por los agentes reguladores del comportamiento humano, llámense ejemplo, religión, espiritualidad, regla, norma o ley cada día es mayor, lo superfluo, banal, lo que se consigue sin esfuerzo, pero produce un goce en el esquema social consumista, impera. Somos víctimas de un nuevo modelo, que yo he denominado como aquel que define los gustos, pero no la esencia de la vida, la potencia de la vocación, la naturaleza de la razón, que hace a cada ser humano exitoso, auténtico, único e irrepetible.

“La espiral de silencio” de la autora Elisabeth Noelle Neuman, nos describe, cómo el poder del pensamiento colectivo devora cualquier criterio individual, lo consume y va generando un clima de opinión que actúa como un fenómeno de espejo, que se refleja contagiando como virus la sociedad, en este contexto carente de criterio propio, de amor propio, de antivalores, aparece la mentira como un instrumento en el juego de las discusiones, las acciones y las decisiones. La masificación de los mensajes, las nuevas formas de comunicar le han dado un mayor poder a la mentira como instrumento para obtener réditos de cualquier tipo, la conducta del que miente se va agudizando, se convierte en un vicio que desorienta al que lo usa, pues en realidad cree que las victorias que logra van a prevalecer, cuando en lo tangible y lo intangible, siempre será una conquista por desaparecer y auto exterminarle. Tratándose de “la leyenda cherokee”, el lobo que se decide alimentar en nuestro interior es aquel que va a ganar, los seres humanos tenemos la posibilidad de escoger cuál lobo alimentamos. Las nuevas generaciones de jóvenes necesitan orientadores profundos, constructores de contextos sociales, generadores de procesos para su formación y sobre todo aquellos que conduzcan a la formación de criterios basados en disciplina, respeto por los demás, capacidad de comunicación crítica, en la argumentación como la fuerza de la razón y en la lejanía de la violencia como forma de conquista de cualquier escenario.

La mentira tiene poder, tiene escenario, claro que sí, pero es la verdad, el instrumento correcto, la fuerza de la razón que genera una relación poderosa entre lo que es, lo que debe ser y lo que debe hacerse. Los escenarios para que una y otra se desarrollen tal vez son iguales, lo que hace la diferencia es la conciencia, de quien la porta y la comporta, es decir la decisión del lobo que se decide alimentar, el aporte que se quiere hacer a la sociedad y la cosecha que se quiere recoger.

ÓSCAR BARRETO QUIROGA

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