Populismo

Óscar Barreto Quiroga

El estallido del populismo en el mundo es sin duda una realidad, en América Latina, este fenómeno ya lleva varios años, con graves consecuencias para muchos países, sus economías y desarrollo.
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Lo más grave de las consecuencias del populismo, es la afectación a los que creyeron en la demagogia de un discurso disfrazado de igualdad, legalidad, trasparencia y eficiencia, ciudadanos víctimas de las ambiciones políticas con gran retórica de lucha por establecer la justicia social.

Nuestra baja formación en ciudadanía trae como consecuencia el aprovechamiento de algunos que, de izquierda o derecha, bajo el amparo de la habilidad retórica y comunicacional, logran vestir la mentira de verdad, y la realidad de tragedia para satisfacer sus intereses, no para solucionar los gravísimos problemas de nuestra sociedad. Álvaro Vargas, en su libro “El estallido del populismo” describe que, el populismo tiende a articularse en cinco ideas básicas, el primero de ellos es “plantear la pelea entre pueblo y élite”, poderosos contra débiles, esta característica es esencial en el populismo para generar odio, emoción, que enceguece y no deja ver objetivamente un lado ni otro, el segundo elemento es “el enemigo foráneo”, un ejemplo de ello en Europa, usado por el populismo de izquierda y de derecha, fue la globalización neoliberal como un nuevo orden mundial, el tercer elemento es “la metáfora apocalíptica” indicando que las élites o el enemigo externo quieren arrasar al pueblo, el cuarto elemento “el componente mesiánico” es decir la necesidad de un salvador, único y omnipotente. Finalmente el quinto elemento descrito por Vargas es “discurso generalizado de protesta” allí los “anti” son mucho más importantes que los “pros”, mucho más rentable para el populismo siempre criticar y denunciar que proponer, todos estos elementos discursivos pueden combinarlos y usarlos los populistas con los más diversos principios ideológicos, para de manera camaleónica hacerse vocero de los más variados intereses sociales.

Es populismo, además, aumentar para la tribuna la crisis institucional, realidad que necesita más que grandes cuestionamientos, que ya todos conocemos grandes propuestas y soluciones en un país habido de esperanza. Son populistas también los conciliábulos que buscan satisfacer intereses personales, electorales o de poder. Este país no puede divagar más en esta tendencia que alimenta la confrontación y el odio entre hermanos, debemos avanzar hacia la reconciliación en medio de las diferencias, reconociendo la realidad de nuestra crisis, escuchándonos todos y construyendo el país que queremos y soñamos.

ÓSCAR BARRETO QUIROGA

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