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La reelección presidencial que alteró los pesos y contrapesos, trajo consecuencias graves y grandes, desequilibrios que alteraron la independencia de los poderes provocando la crisis institucional que hoy tenemos. Restablecer los poderes se hace urgente y necesario, para eso debemos equilibrar lo desequilibrado y pensar más allá, reformando el modelo de elección de los miembros del poder judicial, de los órganos de control del Estado para hacerlos más robustos e independientes, eso además requiere una gran reforma que les garantice sus recursos, con fuentes de financiación definidas y en absoluto independientes del poder ejecutivo.
Reformar la política también es urgente, tener reglas claras de juego que permitan cada vez más democracia participativa, y el surgimiento de liderazgos con capacidad y vocación, sobre todo vocación, esa que genera líderes transformadores, verdaderos creadores de una nueva sociedad, llena de mayores valores y menos mercantilismo. El sistema electoral debe ser más moderno y garantista, los esquemas de identificación automática serán importantes para establecer jornadas mixtas de participación democrática, donde se le dé cabida al voto electrónico para disminuir la abstención.
Las instituciones del Estado deben preocuparse por el modelo Estado – Nación, es decir por aquel que considere las realidades de los territorios, las realidades de los ciudadanos y la solución a sus necesidades, un Estado conectado con los ciudadanos. Imperioso acabar con los privilegios de unos pocos y con los dichos como aquel que reza “la justicia solo es para los de ruana” y “entre más pobre, más jodido”.
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