“Me avergonzaría de votar No”

Stiven Parra Gámez

Conversé hace pocos días con mi hermana Daniela, no sobre perros, caballos, canciones ni poemas de Neruda. Hablamos del proceso de paz y del plebiscito.

Nació en El Líbano, tiene 23 años, ojos anchos y sonrisa sincera; estudia Derecho, ama la vida en todas sus formas y se ríe de cuanta cosa digo y hago.

Hablamos de los acuerdos en general y de cada punto, pero me llamó la atención su énfasis en la posibilidad de transformar el campo atacando sus problemas estructurales, y me alegró que no se detuvo en la insípida discusión sobre la ‘elegibilidad de terroristas’.

Como a muchos jóvenes, no la convencen del todo los acuerdos. El dolor irreparable y el modelo de justicia aún le preocupan. A esta altura de la charla, no ha decidido cómo votará, pero me sorprende una pregunta:

– ¿Qué pasa si gana el ‘No’?

– Siguen las cosas como están, sencillo: sigue la guerra.

Me pidió ser más razonable, y lo fui. – Hay protocolos para que las Farc retornen a sus campamentos– le dije. Además, la Corte Constitucional aseguró que si gana el No, quedará inhibida la implementación de los acuerdos, eso sí, el Presidente tiene facultades para continuarlos, pero iría en contravía de su principal promesa: que los colombianos tengamos la palabra final.

– ¿Gana Uribe?

– Políticamente saldría fortalecido, y si eso es ganar, pues sí. Tendría razón y los acuerdos habría que renegociarlos.

– No lo harán, pasarán muchos años y muchas víctimas – dijo.

Miró a un lado, bajó la cabeza e hizo una mueca. Me habló de todas esas madres que nunca más vuelven a ver a sus hijos, de la gente que pierde su tierra, de las personas que pierden sus piernas, de los soldados que mueren ahogados con su propia sangre, de las mujeres violadas, de los huérfanos, de los guerrilleros jóvenes y sin futuro.

Me habló de los campesinos que han vivido este flagelo toda su vida, y de cómo la guerra priva a la gente de gozar sus derechos –y con tono de abogada– “su vida, honra, bienes, creencias, y demás derechos y libertades”.

Con 23 años, mi hermana hace parte del grupo que representa el 23% de la población colombiana, y que en el Tolima se acerca al 12%. De un censo electoral robusto (con casi 34 millones habilitados) solo 14 millones votan y la mayoría siempre son las mujeres –como mi hermana–.

Su voto en las elecciones del domingo será trascendental; desde ya tiene claro que no se abstendrá.

No hablamos más. Se levantó.

Especialista en marketing

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