La visita papal y la Paz

Guillermo Pérez Flórez

El anuncio del Vaticano sobre el viaje del papa Francisco a Colombia es una buena noticia, pero a la vez es mala. Buena, por todo cuanto significa en términos de renacimiento espiritual, algo que el país necesita en grado sumo; y mala, porque esto quiere decir que la paz colombiana no se firmará este año.

Si bien la agenda papal tiene sus propios tiempos, para nadie es un secreto que el Papa tiene una inocultable faceta política, como lo demuestra el papel jugado en la normalización de las relaciones entre Washington y La Habana, para citar solo un ejemplo reciente. Pero desde tiempos inmemoriales el Papa ejerce un liderazgo político global, y las visitas de su Santidad son planificadas y calculadas, para que sean propicias en tiempo y espacio.

Si este análisis es correcto (y me encantaría estar equivocado) solo prevé que el acuerdo final con las guerrillas será en 2016, y esta es una pésima noticia. Los diálogos se están extendiendo más de la cuenta, sobre todo si se persiste en la idea de que el cese al fuego bilateral será lo último que se acuerde. El cese al fuego unilateral de las Farc es muy frágil, tiene muchos enemigos y puede agotarse, aún en contra de la voluntad del propio Secretariado. La falta de un pronto cese bilateral podría romper internamente a las Farc, caso en el que la negociación perdería su razón de ser. Es importante llegar a él lo más pronto que se pueda, si la tregua unilateral se rompe por presión de los acontecimientos, el hecho será interpretado como falta de voluntad de paz de la guerrilla o ausencia de juego limpio, y el proceso puede entrar en barrena. El fracaso del Caguán aún está fresco.

El uribismo sostiene que las Farc “siguen extorsionando y amenazando a la población, sembrando minas antipersonal, usufructuando el narcotráfico, se rearman sin pausa, y su reclutamiento forzoso no cesa”. De ser eso verdad, particularmente lo que tiene que ver con el rearme y el reclutamiento, la tregua unilateral podría traducirse en frustración y pérdida de la credibilidad y confianza construidas. Y esto sería muy grave.

Tengo la percepción de que el Gobierno se está durmiendo sobre los laureles del respaldo internacional, Obama, la ONU, la Unión Europea, Koffi Annan, etcétera, etcétera. Hay que ganar mayor respaldo interno, y para esto hacen falta más que las marchas y las banderas blancas del profesor Mockus. Hay que superar la fase de las declaraciones, los anuncios y las subcomisiones, y entrar en el terreno de las concreciones. Aún quedan nueve meses para que termine 2015. Es necesario que los diálogos comiencen a dar frutos tangibles lo más pronto posible. Sin prisa… pero sin pausa.

Aunque la presencia del Santo Padre es bienvenida en cualquier momento, sería deseable que el papa Francisco visitara a Colombia este mismo año, a efectos de crear un hecho de presión a favor de la paz. Es que en este país, que es el del Sagrado Corazón no lo olvidemos, un mes es largo plazo y en un año pueden ocurrir muchas cosas feas.

Quiera Dios que esté equivocado y que mis temores resulten infundados.

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