Y de la Universidad del Tolima, ¿qué?

Guillermo Pérez Flórez

Hace algunos meses, el exgobernador Eduardo Aldana comentó en un artículo (Aterrizar el plan de desarrollo) que de 132 mil 495 jóvenes tolimenses que en 2013 había entre los 17 y los 21 años, 87 mil 444 estaban por fuera del sistema educativo. Una cifra escandalosa que debería avergonzarnos a todos como sociedad. No tener educación en el mundo de hoy es estar condenado al fracaso, casi una sentencia de muerte.

Desde esa perspectiva el principal problema que teníamos en el ámbito educativo regional era de cobertura. Pero ahora resulta que el ranking de universidades del ministerio de educación, el Mide, desnuda otra realidad: que también tenemos un grave problema de calidad. Según este indicador, la Universidad del Tolima, que durante años fue el alma máter del Departamento, ocupa el deshonroso puesto 171 (entre 183) en el ranking nacional de universidades.

En realidad el Mide (Modelo de Indicadores del Desempeño de la Educación) revela una situación que se viene incubando desde hace años: la pésima calidad de la educación superior y la proliferación de universidades de garaje. Puede que el Mide tenga deficiencias y que sea perfectible como instrumento de medición, pero es un indicador que debemos tener en cuenta. Es evidente que la UT no atraviesa su mejor momento, y que es necesario examinar la calidad de la educación que están recibiendo nuestros estudiantes. Y hay que hacerlo de manera propositiva.

No es hacer leña del árbol caído ni de crucificar a nadie. El desafío es cómo podemos mejorar la calidad y al mismo tiempo ampliar la cobertura. El mundo de hoy se divide entre los que saben y los que no saben. Por ello se habla de que vivimos en la era de la información y el conocimiento. Necesitamos que todos los tolimenses tengan educación y que ésta sea de calidad. Esa la clave del desarrollo y la mejor herramienta para generar inclusión y oportunidades.

No se trata de entregar a la gente cartones que no le sirven sino para aumentar su frustración, pues cuando terminan el ciclo educativo se enfrentan con la penosa situación de saber muy poco y ese poco saberlo mal. Hay que generar saltos cualitativos en cuanto a capital humano, si queremos que la UT vuelva a ser reconocida a escala nacional, como lo era hace unos años, cuando de diferentes partes del país venían a estudiar Veterinaria e Ingeniería Agronómica. Puedo estar equivocado, pero creo que en la UT ha habido superávit de ideologización y déficit de investigación. No sé, por ejemplo, qué tanto hemos investigado sobre arroz y café, que por años han sido nuestros cultivos bandera. Temo que no mucho.

La Universidad del Tolima es un patrimonio de todos los tolimenses. Al sector privado le debemos la existencia de la Universidad de Ibagué, probablemente la obra más importante que se haya realizado en la región en los más recientes treinta años, y eso está muy bien. Pero necesitamos que la universidad pública siga creciendo y que no rebaje su calidad. Este es un asunto que concierne a todos. Algo hay que hacer por la Universidad del Tolima. ¿Qué dicen los candidatos a la Gobernación?

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