Ya no sueño con serpientes

Guillermo Pérez Flórez

Las encuestas dicen que la paz ha dejado de ser prioridad para los colombianos. Que por delante de ella hay seis o cinco asuntos. Sin embargo, algunos hechos parecen contradecirlas, entre ellos la cantidad de personas que están visitando las zonas veredales temporales de normalización. Poco a poco la gente se va apropiando del proceso.

El gobernador del Tolima, Óscar Barreto, visitó la Zvtn de las Farc en Planadas, acompañado de un grupo de líderes, entre ellos el rector de la Universidad del Tolima, Ómar Mejía, la rectora de la Universidad de Ibagué, Carmen Inés Cruz, y el director de la cátedra de paz de ese centro, Francisco Parra. El encuentro tiene mucho significado. Barreto ha sido un crítico de las Farc, y sufrió un atentado hace algunos años. Además, su apoyo al proceso de paz en sus inicios fue tímido, pero ahora tiende la mano a quienes están en trance de dejar las armas y reincorporarse a la vida civil. Excelente.

Es tiempo de que el proceso de paz pase de las manos del gobierno a las manos de la gente. Las Farc tienen que escuchar a esa parte de la Colombia urbana con la cual se han comunicado a través del lenguaje de la guerra. Hizo bien el Gobernador en ir acompañado de las cabezas de los claustros universitarios, hay un mensaje implícito: con educación todo se puede. Está bien hablar y escuchar a las Farc, habrá que crear un espacio para que sus líderes (ya no cabecillas) puedan venir a las ciudades y dialogar. Es necesario deshacer temores. Darle una posibilidad a la reconciliación. Eso puede tener un efecto pedagógico grande en la sociedad. Los colombianos estamos llenos de animosidad, y en esto tiene mucha culpa el conflicto armado. En la guerra el mundo se divide en amigos y enemigos, es la categoría política que domina, según Carl Schmitt. En la paz hay amigos y adversarios. En la guerra se incita al odio, al aniquilamiento del enemigo. ‘La culebra está viva’, decía el presidente Uribe para legitimar la necesidad de una nueva reelección.

Pero la paz se está abriendo paso, y todos debemos poner un grano de arena. Personalmente me gustaría visitar una Zvtn y escuchar a las Farc. En 1992, a petición del gobernador de la época, Ramiro Lozano Neira (q.e.p.d.), acompañado de mi esposa, me entrevisté con el comandante del frente 21 de las Farc, Adam Izquierdo, en un paraje rural de Natagaima, fue un encuentro macondiano que algún día contaré, porque de alguna manera ilustra la raíz del conflicto. Han pasado 25 años y la paz apenas comienza a asomar la cabeza. Ya es tiempo de que termine de nacer.

Está bien que ahora el proceso lo lideren las autoridades regionales y locales, acompañados por líderes cívicos, maestros, sacerdotes y, por qué no, de empresarios. La paz es la empresa más rentable que puede existir. Hay que ir a Planadas y a Icononzo. No es tiempo de soñar con serpientes. Soñemos con una Colombia en paz, con un Tolima en paz.

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