El regreso de la geografía

Guillermo Pérez Flórez

El debate sobre el ordenamiento territorial en Colombia está dormido desde hace varias décadas. Todo parece indicar, sin embargo, que felizmente comienza a despertar. Es uno de los temas estratégicos más importantes en el mundo de hoy. En Colombia ha estado aparcado por razones ideológicas y políticas y por el conflicto armado interno, pero ahora que éste agoniza sin duda cobrará importancia.

Hace una semana abordé el asunto a propósito del conflicto entre Antioquia y Chocó por Belén de Bajirá. Y recordé que en el país existen 84 casos similares pendientes de resolución. Esto adquiere actualidad por la propuesta de la Asociación de Consejos Comunitarios del Norte del Cauca, Aconc, junto a otros líderes y organizaciones sociales, de crear un nuevo Departamento que agrupe 13 municipios que han sido son los más afectados por el conflicto armado. Muy interesante.

La Guerra Fría dividió al mundo en dos grandes bloques: Este/Oeste. Dos modelos políticos y económicos contrapuestos, socialismo/capitalismo, división que se expresó políticamente entre izquierda y derecha. Pero desde la caída del Muro de Berlín y la disolución de la U.R.S.S. este paradigma político y económico ha perdido vigencia, y el factor geográfico parece recobrar el esplendor que tuvo en épocas pretéritas, cuando el aforismo “la geografía es el destino” guiaba al hombre.

Es como si la geografía estuviese de regreso, eso al menos afirma el periodista Robert Kaplan en su excelente libro titulado ‘La Venganza de la geografía’, ensayo en el que analiza cómo ésta condiciona el destino de las naciones. He utilizado el vocablo ‘condiciona’ y no ‘determina’, porque hay diferencias, el determinismo geográfico también es un paradigma superado.

Pero no deja de ser llamativo que en plena globalización, cuando la tecnología anula las distancias, la cuestión territorial cobra especial significado para la política y la economía. Quizá la cuestión es precisamente que la gente tiene necesidad de pertenecer a algún sitio y tener instituciones políticas y económicas acordes a su identidad cultural. Puede ser esto lo que sucede en el norte del Cauca. La realidad económica, social y cultural no cabe en una caja rígida y disfuncional como lo es el Departamento. El asunto no debería ser buscar la solución dentro de la misma lógica y estructura de pensamiento que ha generado el problema, sino atreverse a imaginar un modelo territorial más flexible, adaptativo y funcional.

El debate sobre el ordenamiento territorial no puede seguir aplazándose. Es importante abocarlo. La actual estructura departamental actual es anacrónica y disfuncional. Por esa misma razón, figuras como las provincias, no han cuajado, pues son solo la fragmentación de un territorio inconexo geográficamente. Los departamentos son invenciones políticas que no se corresponden con las realidades geográficas y culturales. La mayoría de estos es un capricho político. Hay que repensar el país desde otra perspectiva. La gente se parece más a la geografía que a la política. Son la llanura, la cordillera, la sabana, el páramo y el desierto lo que conforman el carácter, el temperamento de las personas, no los mapas y los decretos expedidos por el hombre.

La geografía está de vuelta, saludémosla.

Comentarios