PPK, amarga navidad

Guillermo Pérez Flórez

El presidente peruano Pedro Pablo Kuczynski enfrentará el próximo jueves el mayor calvario de su vida: la declaratoria de vacancia por “permanente incapacidad moral”. Todo parece indicar que tal declaratoria prosperará. De esta manera, la crisis política dejará de ser crisis para convertirse en tragedia.

El problema se origina, cómo no, en los sobornos de la multinacional Odebrecht. Se afirma que ésta le habría pagado US$782 mil dólares a una empresa suya por asesorías. PPK, como le dicen en los medios de comunicación, ha dicho que no piensa dimitir. De manera que tendrá que enfrentarse compareciendo personalmente o por medio de abogado ante el Congreso. Menudo problema. Digo que esta crisis está próxima a convertirse en tragedia porque de qué otra forma puede calificarse que un país tenga a todos sus expresidentes en la cárcel (Fujimori y Ollanta); huyendo (Toledo) o investigados penalmente (García). Y ahora, el presidente en ejercicio virtualmente destituido.

Si alguien duda aun, que la corrupción es el principal problema de las democracias latinoamericanas que me demuestre lo contrario. Odebrecht fue una bacteria que infectó todo el cuerpo de la democracia en el continente, como lo hizo en el pasado el narcotráfico. Me temo que nunca se sabrá la verdadera dimensión del problema. En Colombia menos que en Perú, pues los refinamientos de la técnica criminal y el control que ejerce la clase política sobre el poder judicial son superiores al promedio de lo que sucede en el resto de democracias. En Colombia siempre ha funcionado la doctrina del “tapen, tapen, tapen”. De manera que las investigaciones se quedan a mitad de camino, se les da largas hasta que la gente se olvida de ella y un nuevo escándalo sepulta al anterior. Si se hiciera un listado de los escándalos por corrupción que se han presentado durante los últimos quince años se vería que sobre todos hay un común denominador: impunidad y olvido. Vamos a ver si en esta oportunidad las investigaciones que están abiertas terminan en algo.

Volviendo a Lima, la crisis no se reduce a la declaratoria de vacancia de la presidencia. Esta misma semana, un fiscal de la Unidad de Lavado de Activos allanó sedes del partido Fuerza Popular (Fujimorismo); a la diligencia judicial se opusieron 9 congresistas de ese partido, por lo cual se les abrirá una nueva causa. Además, hace una semana larga, un juez dictó una orden de 18 meses de prisión preventiva contra José Graña Miró Quesada, quien fue presidente del poderoso grupo Graña y Montero, y otros cuatro empresarios, acusados de corrupción ligada a Odebrecht. Están sindicados de haberle pagado al expresidente Alejandro Toledo, ¡quince millones de dólares!

Amarga navidad para PPK, y más para los millones de peruanos que tenían fincadas sus esperanzas de recuperación de la moralidad pública en el actual gobierno. La crisis ha rebotado sobre Keiko Fujimori. Hay quienes consideran que la vacancia es un intento suyo por desestabilizar el país. La plataforma “No a Keiko” convocó ayer una movilización en el centro de Lima para denunciar esta maniobra. Hay que estar atentos a los episodios peruanos.

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