Coalición de matices de izquierda

Guillermo Pérez Flórez

La escogencia de Clara López como fórmula de Humberto de la Calle crea un hecho político interesante. Quizás la principal razón es que desafía el dogma imperante de que solo se puede jugar en la cancha de la derecha neoliberal. Se dirá que lo mismo hizo Juan Manuel Santos en 2010 al escoger a Angelino Garzón como vicepresidente. El caso es parecido, pero diferente. Veamos.

Garzón, es un hombre que, primero como dirigente sindical y luego como activista político, recorrió todo el espectro ideológico, desde el partido comunista hasta el de la U, pasando por cuanto proyecto político y social tuvo la “izquierda”. En cierta forma, llega a Santos como un “arrepentido” a quien el “establishment” perdona. Clara, en cambio, es una hija del “establishment” que lleva años diciéndole a su “clase” verdades incómodas. La conozco desde el Nuevo Liberalismo, al lado de Luis Carlos Galán, y siempre ha mantenido una actitud política crítica. Sin duda, desde la vicepresidencia, impulsaría una agenda progresista y contribuiría a desmontar el mito neoliberal de que trabajar por los menos favorecidos es populismo o atentar contra la libertad de empresa y la economía de mercado.

Pero más allá de las personas, la escogencia es coherente con lo que De la Calle viene proponiendo: liberalismo igualitario. Una corriente de pensamiento inspirada en las tesis de John Rawls y de Amartya Sen, cuya esencia es la lucha contra la desigualdad de oportunidades. Tesis recogidas por Macron en su campaña cuando afirmó que: “Francia debe ser una oportunidad para todos”. De la Calle habla de “nivelar la cancha”. El Estado debe intervenir para que la competencia sea justa y corregir las desigualdades que genera el propio sistema. Progresismo Liberal Igualitario, lo llamó Néstor Hernando Parra hace muchos años. Ahí hay puntos de convergencia para que se aglutinen los partidarios de estas tesis, militen o no en el partido liberal. Clara sería el puente con tales sectores.

Pero hay más. Con esta decisión, De la Calle recupera el legado de Carlos Lleras de hacer del partido liberal “una coalición de matices de izquierda”. En ese liberalismo militaron los grandes de la política colombiana, los López, Echandía, Gaitán, Lleras Restrepo y muchos más, antes de que lo volvieran un partido dedicado a hacer más ricos a los ricos, a base de amamantar caciques y clientelas, que es como se gobierna en Colombia. De manera que para el liberalismo es la oportunidad de volver a liderar el cambio social. Personas como Alfonso Gómez Méndez o Juan Manuel Galán (para citar solo dos nombres), podrían integrarse a esta convergencia, y así contribuir a que se supere la era Gaviria-Samper. Devolverle el partido a la gente, y quitárselo a las maquinarias. Tras el 11 de marzo, De la Calle debería ser jefe único.

El liberalismo debe reflexionar sobre por qué Petro y Fajardo encabezan las encuestas de voto. Existe hastío con la politiquería y la corrupción. De la Calle es la última oportunidad que le queda a ese partido. Vamos a ver si lo entienden o no.

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