El Triángulo Naranja

Guillermo Pérez Flórez

Al presidente Iván Duque le cabe el mérito de haber puesto en escena la importancia que juegan las industrias creativas y culturales relacionadas con las artes escénicas, el turismo, las artes visuales, la publicidad, el desarrollo de software y los servicios de tecnología de la información, empaquetadas todas en el concepto de economía naranja.

La subregión del Tolima que mayores posibilidades tiene en este campo, es el norte. Los municipios que se encuentran en el triángulo conformado por Ambalema, Honda y Mariquita, y su área de influencia (Armero-Guayabal, Lérida, Falan y Freno), contienen el mayor legado histórico cultural. De hecho, los tres municipios son los únicos del departamento que tienen planes especiales de manejo y protección de los centros históricos. Su patrimonio cultural (tangible e intangible) es inmensamente rico. En esta zona, además, se opera un encuentro entre el Valle del Magdalena y el complejo volcánico del Nevado del Ruiz. Los municipios cuentan con elementos comunes basados en el factor religioso, al llevar nombres de santos y de santas patronas y mártires: Mariquita a San Sebastián (que fue saetado); Honda a San Bartolomé (que fue despellejado) y Ambalema a Santa Lucía (a quien le sacaron los ojos).

Si se aprovechara (éticamente, por supuesto) el turismo religioso, los beneficios serían inmensos. En Armero, existe un referente de magnitudes planetarias en razón a la tragedia ocurrida en 1985. Y en Falan (antigua Santa Ana, la madre de la virgen María), están las ruinas de una ciudad que alojara grandes minas de plata y oro. La leyenda habla de un túnel entre esta localidad y San Sebastián de Mariquita, el cual servía a la población indígena (los panches) para defenderse de los españoles. En esta última población, se encuentra el milagroso Cristo de los caminantes o Milagroso Señor de la Ermita.

Esta semana se llevó a cabo en Bogotá una reunión de autoridades y líderes del norte del Tolima en la oficina del empresario turístico, Jean Claude Bessudo, y una de las conclusiones fue la inexistencia de un plan de desarrollo turístico que pudiera direccionar y promover esta actividad, uno de los subsectores de la economía naranja. Honda, que fue el primer puerto fluvial durante el siglo XVII, es el municipio con mayor cantidad de bienes de interés cultural, algo así como ochocientos. Sin embargo, no ha habido una apuesta gubernamental seria por promover su recuperación. Igual sucede con los otros dos municipios.

El Triángulo Naranja (en contrarreferencia al Triángulo del Sur), está aposentado sobre un inmenso tesoro histórico cultural que no se está explotando, y que podría ser el motor de su reactivación económica. Duque dice que el turismo es el nuevo petróleo de Colombia, y creo que es cierto. Pero en lo que se refiere a esta zona, nada va a funcionar mientras no se remueva el tapón que significa la carretera Villeta – Honda (un desastre), a la cual en cincuenta años apenas le han hecho pequeños remiendos. En esas estamos: sin vías, sin planes y con el patrimonio cultural casi en total abandono. Aún así, las oportunidades son grandes.

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