¿Qué vamos a hacer con Ibagué?

Guillermo Pérez Flórez

La pregunta es pertinente en cualquier momento, pero más ahora, de cara a las elecciones de octubre. Como todos sabemos, la capital tolimense tiene grandes oportunidades para generar desarrollo sostenible, en razón de sus múltiples fortalezas, entre ellas la ubicación geográfica y el clima. Tenemos el principal mercado del país a escasas tres horas, y ello nos da unas ventajas comparativas y competitivas.

Esto por supuesto no basta, como lo prueban el desempleo y el auge de la economía informal que existe en la ciudad, que no es un problema exclusivo de la ciudad, eso es verdad, pues el actual modelo de desarrollo y las instituciones económicas del país están empujando la gente a la informalidad, en lugar de sacarla. En esta materia vamos como el cangrejo. El proceso electoral que se avecina debería servir para propiciar un amplio diálogo sobre el presente y el futuro de la ciudad. Hay que pensar Ibagué, entre todos los sectores, pues acusa una crisis de gobernanza.

Quiero recordar que una cosa es la gobernanza y otra la gobernabilidad, esta atañe más al aparato político y a su capacidad para satisfacer las demandas de los ciudadanos. La gobernanza tiene que ver con la sociedad y las instituciones públicas y privadas. Por ello quiero referirme a una entidad clave, para la generación del desarrollo: la Cámara de Comercio de Ibagué, una entidad que debería liderar el desarrollo local y subregional (su jurisdicción alcanza trece municipios).

Esta organización viene haciendo un trabajo importante, pero podría aportar más. Desafortunadamente, según veo en los medios de comunicación, su Junta Directiva está dividida e inmersa en una profunda crisis desde hace ya varios años. Ojalá que el nombramiento del nuevo Presidente Ejecutivo fuese fruto de un consenso, y que esto contribuya a superar dicha crisis. Ibagué lo necesita, pues el nuevo Presidente Ejecutivo deberá ejercer un liderazgo no solo interno y sino externo con el nuevo gobernador y el nuevo alcalde.

Ibagué ha sido víctima de peleas políticas, y del eterno divorcio entre el sector público y el sector privado, y el mundo globalizado de hoy exige una fuerte colaboración multisectorial, que hay que saber tejer, con paciencia, cultura y liderazgo democrático. Hay que dialogar para concertar, y concertar para gobernar. La respuesta a la pregunta de este artículo, está precedida por otra pregunta: ¿Qué vamos a hacer con la Cámara de Comercio?

Ibagué necesita que funcione como un reloj, y que sus directivas actúen con altura de miras, pues la colaboración multisectorial y la gobernanza a las que me refiero, es difícil construirlas (por no decir imposible) desde la esfera política, hay que hacerlo desde la sociedad misma. Con el gobierno, con la academia, con el sector empresarial, los gremios, las ONG y la ciudadanía, teniendo una perspectiva incluyente, sin vetos ni descalificaciones. Ibagué tiene muchas, muchísimas cosas a su favor, otro asunto es que no las aprovechemos.

Tenemos que ejercer la ciudadanía, y ello incluye hacernos preguntas y buscar respuestas. De allí que me haya animado a hacer estas primeras dos sobre Ibagué y la Cámara de Comercio.

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