¡Libros a la calle!

Guillermo Pérez Flórez

Pónganle cuidado a esta historia. Hace algunos años, supe de un pequeñísimo pueblo de Alemania, de cuyo nombre no puedo acordarme, en donde solo hay una tiendecita de alimentos a la cual los vecinos acuden, cogen lo que necesitan, hacen la cuenta y … ¡dejan el dinero en una cesta!, pues no es atendida por nadie. El volumen de ventas no daría para pagar el salario de una persona, así que la solución fue que alguien hiciera las compras, y que cada quien se atendiera. Parece un cuento de fábula. Eso en Colombia sería imposible, me dijo un amigo a quien le comenté la historia, y yo, silenciosamente solo pude asentir.

Recientemente, he conocido otra historia. Un grupo de jóvenes soñadores se han dado a la tarea de instalar pequeñas bibliotecas en parques públicos, las personas que quieren leerlos los toman de manera gratuita y posteriormente los regresan. Nadie controla. Es un ejercicio de confianza pública, digno de sociedades con altos estándares éticos, con una potente capacidad para inducir cambios éticos e intelectuales. El proyecto se llama Libros a la calle, tiene lugar en ¡Ibagué!, busca estimular la lectura y, al mismo tiempo, construir confianza. Como les cuento, es una iniciativa ciudadana, la lideran Greis Cifuentes, Alejandra Escobar, Alejandra Guerrero, Camila Zuleta, Gloria Aponte, Carlos Andrés Marín, Andrés Tafur y John Rincón, con el apoyo de una veintena de voluntarios y de pequeñas empresas que ayudan a instalar y dotar las bibliotecas. Pero ahí no acaba la historia. ¡Los libros y las cajas bibliotecas los regala la gente! Hasta el momento se han recolectado ¡setecientos libros! Y ayer sábado abrieron la número 7, en el parque de Prados del Norte. Son líderes, hacen que pasen cosas.

¿Se imaginan ustedes si esto tiene éxito e Ibagué se llena de bibliotecas en todos los barrios? Ya no seríamos solo ciudad musical, sino una ciudad unida por la lectura. Fantástico. Este ejercicio me ha cautivado desde que lo conocí, se basa en virtudes cívicas y es producto de gente con ganas de transformar, haciendo. En este ejercicio no hay estado ni mercado, hay sociedad. Una sociedad con capacidad de auto-gestión. Si alguien cree que esto es carreta, lo invito a que vaya a barrios populares y veredas y encontrará líderes que hacen mingas para solucionar problemas para los que el Estado no tiene ni presupuesto ni voluntad. Gracias a esas virtudes cívicas y al espíritu colaborativo se construyen escuelas, puestos de salud, puentes, iglesias, parques y cantidad de obras que la gente necesita. De esta manera, la ciudadanía hace la obra y simultáneamente construye comunidad. Ganancia por donde se le mire.

Libros a la calle puede ser “exportado” a otros municipios del Tolima, sería toda una revolución. Inducir a que la gente lea y desarrolle una cultura colaborativa, es de la mayor trascendencia, especialmente en una región que tiene en el individualismo una seña de identidad. Esto no es un sueño, está sucediendo aquí y ahora, lo cual reconforta y genera esperanza. Una prueba de que las personas mismas son el principal y el real agente del cambio social.

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