Reto: Mariquita – Letras

Guillermo Pérez Flórez

El puerto de montaña más largo del mundo es el que va desde Mariquita al Alto de Letras en la vía a Manizales, un tramo de 80,7 kilómetros considerado como la “bestia”, por los profesionales y aficionados al ciclismo. Dicen los entendidos, que en Europa existen pendientes más pronunciadas, en los Alpes y en los Pirineos, pero que ningún tramo es tan largo como éste y que por ello se produce un agotamiento paulatino de las fuerzas físicas y morales.

El próximo 26 de enero, se llevará a cabo la tercera versión de la competencia Reto: Mariquita – Letras, que reúne cerca de 5.000 personas pertenecientes a 14 países, lo cual lo hace un evento internacional. Es, probablemente, la competencia ciclística nacional que mayor cantidad de personas reúne, todo un fenómeno de masas.

El Alto de Letras es un puerto que inicia a 550 metros de altura sobre el nivel del mar y culmina en 3.677 metros. Algunos tramos llegan a tener pendientes del 11%, verdaderas “paredes” que se tornan una pesadilla sin fin. Tengo vivos los recuerdos de infancia, cuando en mi pueblo nos íbamos a esa vía a ver pasar la Vuelta a Colombia, fugazmente veíamos a Martín “Cochise” Rodríguez, Rafael Antonio Niño, Pedro J. Sánchez, el famoso “León del Tolima”, el único tolimense que ha ganado una Vuelta a Colombia. Qué espectáculo ese ver su ritmo endemoniado en sus caballitos de acero. La lucha contra la montaña es sin cuartel, y se libra desde el kilómetro 1, en dos curvas que llamábamos “Las Gemelas”, apenas saliendo de Mariquita con destino a Fresno, en otrora una de las capitales cafeteras del Tolima. En esta carretera, que como solía decir mi padre, parece una “cabuya entre un bolsillo”, las curvas resultan infinitas. A medida que se asciende, todo va cambiando: la vegetación, el paisaje, los olores, la indumentaria, la gastronomía, etc. Tras solo quince kilómetros de recorrido, comienzan a aparecer ponchos, sombreros y ruanas, y el acento paisa desplaza al acento opita. Es una metamorfosis geográfica y cultural fascinante.

Mi solar natal siempre tuvo una comunicación fluida con Caldas. En realidad las gentes de allí crecíamos mirando más hacia Manizales que a Ibagué, pues hacia este destino el pavimento terminaba en Armero, y para llegar a la capital había que tragarse casi tres horas de polvo. Además, a comienzos del siglo XX se construyó el Cable Aéreo entre Manizales y Mariquita de 72 kilómetros, para mover mercancías, de existir sería un atractivo turístico de dimensión mundial. ¿Imaginan ustedes el turismo que movería el Cable en Fresno, Mariquita, La Victoria, Honda, Amero-Guayabal, Ambalema y Falan? A veces olvidamos que estamos en el centro del país y las oportunidades que ello nos brinda.

Gracias a esta competición Mariquita y Honda recibirán el próximo fin de semana cerca de 15 mil personas. Es un claro ejemplo del significado que tiene para la industria turística la agregación de valor. Hace bien el alcalde de San Sebastián de Mariquita, Juan Carlos Castaño, en apoyar esta iniciativa deportiva, que reposiciona a la región en una dimensión turística que va más allá de la oferta tradicional de piscina y rumba. Comenzamos bien el 2020.

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