El pulso débil del proceso de paz

Con un “reproche” y la aseveración de aplicar “correctivos disciplinarios”, respondieron los jefes de las FARC al atentado perpetrado en Pradera, Valle del Cauca, por parte de sus miembros, el cual cobró una vida y dejó heridos a más de 50 civiles.

Actitudes cínicas como esta y como tantas que históricamente han tenido que soportar los colombianos, a pesar de que para el Presidente de la Republica sean de “valorar” por el hecho de haber reconocido la autoría del atentado, naturalmente generan indignación y rechazo del pueblo colombiano. Incluso, pueden ser la explicación irrefutable de los resultados arrojados por la Gran Encuesta sobre Opiniones y Percepciones frente al actual proceso de paz, que elaboraron la Universidad de los Andes y el Proyecto de Opinión Publica de América Latina de la Universidad de Vanderbilt.

A pesar de que el 58.1 por ciento de los encuestados manifestó que la mejor opción para solucionar el conflicto con la guerrilla es la negociación, y el 53.7 dijo apoyar el proceso de paz, las demás respuestas dejan entrever que los colombianos encuestados anhelan la paz y el cese del conflicto, pero no están dispuestos a ceder ante todas las pretensiones de los insurgentes.

La desconfianza en los diálogos es contundente. Casi el 77 por ciento cree que es poco o nada posible que en un año se dé una solución negociada al conflicto. Adicionalmente, el 73.4 por ciento considera casi nula la posibilidad que dicha negociación conduzca a la desmovilización definitiva de las Farc.

Por otra parte, la encuesta demuestra una clara intención de los colombianos de no aceptar impunidad en el marco de una negociación. El 75.7 por ciento está en desacuerdo con que los miembros de grupos guerrilleros que confiesen sus crímenes no sean castigados por la justicia colombiana, adicionalmente más del 40 por ciento de los encuestados indicó que someter a juicio a los miembros de las Farc que hayan cometido violaciones graves a los Derechos Humanos contribuiría a la reconciliación.

El estudio también demuestra que los colombianos no quieren a la guerrilla participando en política. El 65 por ciento está en desacuerdo con que el Gobierno deba garantizar a los miembros de esta organización la participación en procesos electorales, y más del 69 por ciento cree que el Gobierno no debe entregar algún espacio de representación política a los miembros que se desmovilicen. Además, la mayoría de los encuestados desaprueba que los insurgentes formen un partido político, presenten candidatos a las elecciones locales de 2015, candidatos al Congreso o la Presidencia de la República. Por último, casi el 85 por ciento dice no tener la intención de votar por ningún candidato que llegase a presentar este grupo guerrillero.

En conclusión, esta toma de pulso al proceso de diálogos de paz, definitivamente muestra la realidad de un país que si bien está cansado de tanta violencia y es proclive a una salida negociada al conflicto, no está dispuesto a aceptar que quienes han sembrado el terror en los campos y ciudades de Colombia se les premie con impunidad, legitimidad y elegibilidad. En pocas palabras, mientras los diálogos de La Habana parecieran ir por el mejor camino, la escasa aceptación popular de los acuerdos que allí se han concretado muestra un pulso débil y poco optimista, sobre todo, en el caso de que el Gobierno nacional sostenga la decisión de refrendar los acuerdos a través de una consulta popular.

Encuentre la presentación completa de los resultados de la encuesta en http://www.obsdemocracia.org/.

Credito
CÉSAR PICÓN

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