El que quiere marrones…

César Picón

Estimado lector (a), imagínese que el habitual trancón de la calle 25 con avenida Guabinal desapareció porque ahora existe un deprimido sobre esta última y un puente sobre la Ambalá.

Ahora piense que en la calle 60 con carrera Quinta ocurrió lo mismo gracias a un viaducto, un deprimido y otras obras de infraestructura. A eso agréguele que va a poder transitar desde la avenida Ambalá hasta Picaleña por una nueva vía, la calle 103, que inicia en Progal y atraviesa hasta conectar con la vía al aeropuerto. También súmele que va a disfrutar de paraderos, andenes para caminar cómodamente, una flota de transporte público más amigable con el medio ambiente, terminales de transporte en todas las comunas, y otra serie de obras de infraestructura y mejoramiento de la malla vial.

¿Suena bien no?, la verdad es que desde hace muchos años los ibaguereños estamos soñando con una ciudad moderna, competitiva y que nos brinde una mejor calidad de vida. Quizá todo lo anterior no sea suficiente, pero sería un gran avance en cuanto a las múltiples obras que necesita la ciudad.

Ahora volvamos a la realidad: este conjunto de proyectos puede costar alrededor de medio billón de pesos y la administración no cuenta con los recursos para financiarlos, por lo que la propuesta del Alcalde de implementar la contribución por valorización se convierte en una alternativa viable para hacerlos realidad en el mediano plazo.

Por supuesto, que a casi nadie le gusta tener que pagar más, lo que convierte la valorización en una medida impopular que ya empezó a ser utilizada como caballo de batalla por parte de los detractores del burgomaestre y que seguramente será motivo de un acalorado debate no solo al interior del Concejo, sino en distintas esferas de la ciudad.

No obstante, este es el mejor momento para deliberar y proceder, porque así habrá tiempo de que el Gobierno municipal, que ciertamente va a jugarse una parte importante de su capital político, pueda demostrar a sus ciudadanos los frutos de tal disposición, a través de la materialización de las obras.

Personalmente estoy de acuerdo con la medida, aunque, como ya lo he dicho, va a resultar incómoda para muchos ciudadanos. Creo que éste es el momento justo para que los ibaguereños hagamos un esfuerzo para contribuir a la construcción de la ciudad que soñamos.

Las inversiones que tanto necesitamos las tenemos que pagar entre todos, y hay que aprovechar tanto el clima de confianza y optimismo que rodea el inicio de este nuevo Gobierno, como el evidente buen momento por el que pasan las relaciones de la administración municipal y el Gobierno nacional, este último que será clave para complementar los recursos que puedan ser recaudados vía valorización y con el que ya se ha avanzado en la definición de un documento Conpes que servirá para cofinanciar los grandes proyectos que se ambicionan para Ibagué.

Nuestra ciudad se apresta a vivir una época de grandes cambios que exigen el afloramiento de nuestro sentido de pertenencia y el amor por nuestra tierra. Pero como el amor siempre exige sacrificios, pues llegó la hora de hacerlos, por ahí dicen que “el que quiere marrones, aguanta tirones”.

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