Ibagué, rumbo a la sostenibilidad

César Picón

Los problemas de movilidad, inseguridad, proliferación de asentamientos informales (mejor conocidos como “invasiones”), contaminación ambiental y provisión de servicios públicos, no son exclusivos de Ibagué, más bien, son comunes en las ciudades que en Latinoamérica han venido creciendo económica y/o demográficamente a un ritmo acelerado, por encima de la media nacional, ciudades que se consideran “emergentes”.

Las causas son numerosas y ciertamente complejas: el crecimiento históricamente desordenado y poco planificado, la escasa protección de los ecosistemas que proveen los bienes y servicios necesarios para la vida -ríos, bosques etc.-, las fallas en materia de diseño e implementación de políticas públicas pertinentes, los planes de desarrollo -cortoplacistas- que cambian de orientación al ritmo de la llegada de nuevos gobiernos, entre muchas otras. Si a eso le sumamos el desplazamiento y otros fenómenos derivados del conflicto armado, podemos concluir que los problemas de las ciudades emergentes colombianas son aún mayores.

Aunque no existe una fórmula mágica que permita resolver semejantes problemas de la noche a la mañana, entender esa realidad y abordarla de forma oportuna podría ser determinante para el desarrollo de la ciudad en el largo plazo.

En buena hora el Alcalde de Ibagué, Guillermo Alfonso Jaramillo, logró la inclusión de la ciudad en el “Programa Ciudades Sostenibles y Competitivas”, diseñado por el Banco Interamericano de Desarrollo e implementado en Colombia por Findeter.

Con esta estrategia se busca obtener un diagnóstico basado en la evidencia, que permita identificar las áreas críticas para la sostenibilidad de la ciudad en cuatro dimensiones: ambiental y cambio climático, social y económica, urbana y fiscal-gobernanza.

También se elaborarán estudios sin precedentes en la ciudad: un inventario de gases efecto invernadero que identifique los sectores más aportantes, un estudio de los patrones de crecimiento urbano y un análisis para identificar el riesgo y vulnerabilidad al cambio climático de la infraestructura y la vivienda de la ciudad.

Todo lo anterior, será insumo para la elaboración de un plan de acción que definirá los proyectos estratégicos que deberá desarrollar la ciudad para corregir las fallas de planeación y, sobre todo, proyectar soluciones que le permitan continuar su ritmo de crecimiento asegurando la sostenibilidad y competitividad, en otras palabras, lograr que su dinámica logre satisfacer las necesidades de la población, brindando oportunidades de empleo, seguridad, salud y educación, minimizando los impactos sobre el medio ambiente y priorizando acciones de adaptación al cambio climático.

El Programa apenas inicia, se espera que para principios del año entrante esté definido el plan de acción y se inicie la fase de implementación y seguimiento, ahí es donde se vienen los principales retos: i) gestionar los recursos para la financiación de los proyectos. ii) afianzar la estrategia diseñada como una visión colectiva de ciudad, para evitar que lo planificado quede expuesto al vaivén de la voluntad de los gobiernos de turno. iii) ejercer una activa participación y control de la ciudadanía para asegurar que las soluciones atiendan lo que la gente considera prioritario. iv) movilizar la empresa privada para que se involucre en la implementación de las iniciativas definidas en el marco del Programa.

Ibagué se encuentra en una acelerada transición que plantea inéditos desafíos para el gobierno y la ciudadanía, de nuestra acertada respuesta dependerá el futuro de una ciudad que ya cambió.

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