Todavía es posible

César Picón

@cesarpicon

El No ganó abrumadoramente en el Tolima y por un muy apretado margen a nivel nacional. Las explicaciones pueden ser muchas, sin embargo, lo único cierto es que lo negociado entre el Gobierno y las Farc evidentemente no colmó las expectativas de las mayorías.

Como lo había anticipado en esta misma columna el 10 de agosto de este año, el escenario es de total incertidumbre frente a la forma de cómo continuar en la búsqueda de la paz que todos anhelamos. Nadie tiene un Plan B -ni siquiera la oposición-, para sortear el momento político que vive el país por cuenta de la negativa al Plebiscito, y los coletazos a nivel internacional y en algunos aspectos económicos ya se empiezan a sentir (el dólar subió mas de 50 pesos el día después del plebiscito al tiempo que cayó el índice Colcap de la bolsa colombiana).

Sin embargo, lo ocurrido en los días inmediatamente siguientes al 2 de octubre, permite pensar que en medio del desconcierto hay una luz de esperanza: se mantiene el cese al fuego bilateral y la voluntad de negociar tanto del Gobierno como de la guerrilla; además, el Uribismo anunció sus delegados para iniciar un diálogo con los voceros de Santos y evaluar las posibilidades de construir algún consenso, algo que, por supuesto, no será tarea fácil.

No obstante, lo que pase de aquí en adelante va a depender mucho de la sensatez con la que el Gobierno, las Farc y la oposición, asuman los resultados del Plebiscito. Realmente nadie ganó, eso solo va a pasar el día en que la mayoría de colombianos celebremos haber terminado definitivamente la guerra. Por ahora lo que sí quedó claro es que fue imposible concretar una negociación de paz sin la participación de la oposición encabezada por el Uribismo, pero también que otro medio país (o la mitad de los electores) respaldó lo acordado en La Habana. Ambas cosas no pueden desconocerse a la hora de buscar el entendimiento entre las fuerzas vivas del país.

Llegó el momento de la sensatez. Es hora de demostrar que el interés perseguido por cada tendencia en el Plebiscito está por encima de sus aspiraciones político-electorales. Es tiempo de buscar la paz entre el Gobierno y las Farc, entre Santos y Uribe, entre las élites y el pueblo. Tenemos que encontrar muy pronto el camino hacia la terminación del conflicto armado, por supuesto por las vías pacíficas y democráticas. Bien sea una revisión de lo acordado, el pacto nacional propuesto por Uribe, o una constituyente, cualquiera que sea la ruta debe conducir a detener la barbarie y, sobre todo, a empezar la erradicación de las causas que han mantenido vivo el conflicto durante tanto tiempo.

La noticia es que para salir del embrollo todos tenemos que poner: la oposición debe hacer propuestas razonables y entender que la mitad de los electores estuvo de acuerdo con lo consultado en el Plebiscito, la guerrilla debe ser flexible y saber que la mayoría no quedó satisfecha con lo que hasta ahora se había acordado, y el Gobierno debe ponerse guantes de seda para asumir el gran reto de concertar un acuerdo posible, esta vez con un nuevo actor.

De todas formas, sospecho que el No en el Plebiscito puede darnos la oportunidad de encontrar una alternativa para una paz más legítima y menos pugnaz, todo depende de la generosidad y prudencia con que se asuma la actual coyuntura.

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