Un especial con puntos negros

César Picón

@cesarpicon

El pasado domingo circuló con la Revista Semana el especial “Tolima, la Tierra que Soñamos”, una separata que en casi todo su contenido versa las virtudes del pueblo tolimense, el incalculable valor de nuestro patrimonio ambiental y las amplias potencialidades económicas que entraña el territorio en el que tenemos la fortuna de vivir. Mucho de lo allí escrito es motivo de orgullo para los tolimenses: grandes proyectos viales y un nuevo aeropuerto que, además de aportar a la competitividad, ayudará a crear a nivel nacional un nuevo imaginario de nuestra ciudad y departamento; el reflejo del espíritu de paz y reconciliación que vive en el corazón de cada uno de los tolimenses, tantos de ellos víctimas del conflicto armado; las ventajas comparativas que aumentan las oportunidades de fortalecer sectores como la logística, el turismo y la agroindustria; las reminiscencias de pueblos con un profundo significado histórico como Honda y Ambalema; la exaltación de la vocación agropecuaria que a ritmo de café, arroz, algodón y frutas, da honra y sustento a cientos de miles de familias tolimenses; la calidad de vida que ofrece una ciudad como Ibagué, de tamaño intermedio y en franco desarrollo de proyectos de vivienda, comercio, hoteles y servicios médicos; y, agua, mucha agua que brota por doquier de nuestros nevados y páramos, y que baña de esperanza todos los pueblos del Tolima.

Aunque reconozco que este especial recoge gran parte de las bondades de nuestra tierra tolimense, debo señalar un par de puntos negros que empañaron tan importante publicación. “La ropa sucia se lava en casa”, criticar con soberbia al ejercicio político-administrativo municipal en una publicación de la talla de Semana, le hace un flaco favor a la necesidad que tenemos de levantar la maltrecha imagen que tiene Ibagué por cuenta del sonado desfalco de los Juegos Nacionales. Por eso creo inoportuno y odioso haber instrumentalizado este espacio para, a través de una columna de opinión titulada “Devolviendo atenciones”, lanzar diatribas viscerales en contra de la Administración municipal. Eso en nada contribuye a construir región, propósito fundamental de la Revista y de quienes la financiaron, supongo.

Tampoco encuentro lógico ni coherente que, al tiempo que se exalta la riqueza natural y la productividad de nuestros suelos, se muestre la mina La Colosa como “una oportunidad perfecta para movernos hacia un modelo de minería social, económica, jurídica, legal y ambientalmente sostenible”. La Consulta Popular es una iniciativa legítima que tenemos los territorios para decidir sobre nuestro propio futuro, no es un “abuso o distorsión” de los instrumentos legales, como lamentablemente fue insinuado en uno de los artículos publicados en la separata.

Es equivocado permitir que los sesgos políticos se trasladen al plano administrativo y terminen por hacer perder los estribos, como por ejemplo utilizar los recursos públicos para atacar a sus oponentes o promocionar determinados proyectos económicos. La Gobernación de Tolima y las empresas de la región que ayudaron a financiar el especial permitieron, por acción u omisión (deberían aclararlo), que se colaran este par de puntos negros que, sin duda alguna, eclipsaron el noble propósito de la publicación.

Comentarios