Populismo depredador

César Picón

A pesar de ser el activo ambiental y paisajístico más importante de los ibaguereños, el Cañón del Combeima ha sido objeto de un acelerado proceso de deterioro: la deforestación, el uso inadecuado de sus suelos, sumado a las construcciones ilegales sobre la cuenca del Río y sus afluentes, han menoscabado el principal patrimonio natural de nuestra ciudad. Recuperarlo es una tarea ardua y que nos toca a todos. Si bien las instituciones son las responsables de dictar las medidas y ejecutar las acciones que permitan recuperar ecológicamente esta zona, es imperativo que la ciudadanía se sume a esta iniciativa.

La semana pasada ocurrió un hecho abiertamente hostil e ilegal: algunas personas osaron romper, a punta de hacha y machete, la vara de guadua del puesto de control establecido para el ingreso a la Reserva Forestal del Alto Combeima, que es propiedad de todos los ibaguereños. Alegando argumentos falaces, justificaron en algunos medios de comunicación la forma agresiva con la que actuaron, pretendiendo pasar por encima no solo de una norma ambiental expedida por Cortolima, sino también de los derechos de todos los ibaguereños a que se preserve su principal fábrica de agua.

El control ubicado arriba de Juntas para ingresar a la Reserva y más arriba al Parque Nacional de los Nevados no le quita derechos ni libertades a nadie, más bien establece requisitos para que ese santuario natural no sea transgredido: con excepción de quienes se movilizan cotidianamente en el área, no se permite el ingreso de vehículos motorizados, pero sí el paso de ciclistas y caminantes debidamente identificados; también restringe el ingreso para personas en estado de embriaguez o bajo los efectos de alucinógenos, y de quienes pretendan desarrollar actividades deportivas sin el mínimo de la indumentaria requerida: se busca evitar pérdida de vidas humanas como las que infortunadamente se han presentado en el Nevado del Tolima por falta de equipo o un guía idóneo. Las anteriores disposiciones no deberían molestar a nadie, así como está prohibido pasarse el semáforo en rojo o construir edificaciones en zonas de alto riesgo, con mayor razón la ciudadanía debe acatar directrices en materia de protección ambiental, sobre todo si reconocemos que buena parte del agua, alimentos, fauna y paisajes que podemos disfrutar los ibaguereños, dependen del buen estado de salud de la cuenca del río Combeima. Aquí no hay cabida para el populismo ni la demagogia, tampoco para interpretaciones erráticas o convenientes de las normas establecidas. Depredar no tiene justificación ni razón alguna. Las costumbres que nos han llevado a fracasar como humanidad en nuestra relación con la naturaleza deben cambiar más temprano que tarde. Simplemente se trata de cumplir con el deber moral de preservar el patrimonio ambiental de todos los ciudadanos.

Sobremesa: Dejan muy mala impresión quienes pretenden conseguir popularidad y votos a toda costa, incluso incitando al desconocimiento de las instituciones y las normas ambientales.

Comentarios