Abatiendo estatuas
En estas insólitas jornadas, cuando la arrogancia del elemento humano pierde altivez y la codicia lentifica su apetito, se palpa la impotencia de los terrícolas para afrontar sucesos inéditos y se tiende a reflexionar, a la brava, para preguntarse si el adquirir conocimientos para abusar del prójimo; acumular bienes y dinero en exceso, ansiar poder para manipular y conspirar; idolatrar el consumismo; ser insensibles a las injusticias que generan pobreza y marginalidad; y cultivar fútiles ansias de figurar y eternizarse, son ‘virtudes’ que heredaremos a hijos y nietos para que vivan en paz. Si ese es el legado, serán aniquilados por conflictos, polución y pestes.