Sibutramina: sigue su uso a pesar de las prohibiciones

Jairo Puentes Bruges

La semana pasada, el Invima expidió una alerta sanitaria que ordena el decomiso y “la suspensión temporal en Colombia de la comercialización y el uso de los productos (adelgazantes) distinguidos con las marcas comerciales Zero Xtreme, Body Xtreme y Xtreme ZX”. En la alerta, el titular del registro de Zero Xtreme manifiesta “que el producto que se comercializa en Colombia es falsificado”.

El Invima advierte que se halló en Zero Xtreme resultados positivos de sibutramina, una sustancia cuyo uso había sido prohibido en Colombia en 2010. Sobre el tema escribí una columna titulada: ¿Pastillas para adelgazar o para matar? (Octubre 20/2010). Anotaba que el Invima se había tomado su tiempo para prohibir la sibutramina, pues sus efectos nocivos eran conocidos hace rato. En 2011 regresé al tema, pues el Invima lanzó una alerta -en ese momento- sobre la venta de productos por internet que contenían sibutramina.

En mi libro ‘Venenos en el hogar’ (2006), se citan fuentes bibliográficas de 2002 (página 57) que le atribuyen graves efectos secundarios a la sibutramina. Incluso en 1989 se le había recomendado a médicos alemanes abstenerse “de recetar productos para adelgazar” y aplicar “métodos más racionales de reducción de peso. Es decir: comida sana, ejercicios y demás”.

El caso es que no está probado que algunos de estos productos ayuden realmente a perder peso. En la página de la Food and Drug Administration (FDA) de Estados Unidos se puede leer (08/10/2010) que la sibutramina fue retirada del mercado estadounidense, por “un aumento del riesgo de ataque cardiaco y accidente cerebrovascular”. Además que se observó “una pequeña diferencia en la pérdida de peso entre el grupo placebo y el grupo que recibió sibutramina”.

El problema es que existen en el mercado -legal e ilegal- de Colombia y otros países muchos productos cuestionados que no son objeto de control por las autoridades, a pesar de que el Principio de Precaución fue acogido por casi todos los países en los años 90. En Colombia fue incorporado en la Ley 99 de 1993.

Para completar, muchas de estas sustancias terminan en los sistemas de alcantarillado y más tarde en los ríos; algunos de ellos abastecen de agua “potable” a las ciudades.

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