¿Desconoce el Fiscal el principio de precaución?

Jairo Puentes Bruges

En marzo de 2015 la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (Iarc) incluyó el glifosato en la lista de sustancias que probablemente causan cáncer. Poco después el Ministerio de Salud recomendó suspender las fumigaciones de cultivos ilícitos con glifosato. En septiembre 30 de 2015 la resolución 1214 (Autoridad Nacional de Licencias Ambientales) ordenó suspender estas fumigaciones, “en virtud del principio de precaución”. Este principio aparece en la legislación de la mayor parte de los países  desde la Declaración de Río (1992), en Colombia en la Ley 99/1993. El principio de precaución establece que “la falta de certeza científica absoluta no deberá utilizarse como razón para postergar la adopción de medidas eficaces para impedir la degradación del medio ambiente”.

He reproducido en numerosas columnas anteriores fuentes académicas y gubernamentales que relacionan al herbicida -ademas del cáncer- con abortos, malformaciones, enfermedades de la piel y otros problemas. Sus efectos negativos sobre la fauna y flora también han sido reseñados en diferentes publicaciones. 

Existen entonces abrumadoras evidencias para aplicar el principio de precaución. Para completar, como funcionario del Inderena participé -antes de su liquidación- en labores de supervisión de fumigaciones aéreas, en las que resultaba evidente la baja eficacia de este método.

Por la misma razón, ha generado sorpresa en algunos círculos (no en todos) la solicitud del Fiscal General -en carta al Ministro de Justicia- de citar al Consejo Nacional de Estupefacientes para pedirle “considerar la posibilidad de reanudar la aspersión aérea”.

Su argumento es el aumento de las hectáreas de coca sembradas en 2015, según informe de la Organización de Naciones Unidas (UNODC-  2016). El caso es que -según ese informe- “este incremento se inició en 2013” (página 17).

Es decir, mucho antes de la suspensión de las aspersiones hace menos de un año. El economista Mauricio Cabrera señalaba un factor que “poco o nada se menciona en los medios: la devaluación del peso. La coca es un producto de exportación y la subida del precio del dólar es un incentivo poderoso para aumentar su producción”.

Se ha propuesto reemplazar el glifosato por el glufosinato de amonio, pero el caso es que llevamos décadas fumigando y los resultados no son buenos. Tal vez porque se atacan los síntomas y no las causas sociales, sanitarias y educativas asociadas al problema.

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