Desindustrialización en Colombia, una realidad lamentable

Analistas cercanos al Gobierno, incluyendo algunos voceros gremiales respecto del proceso de desindustrialización que vive la economía, sostienen que no hay tal,

que la preocupación de quienes hemos expresado temor por el futuro de las manufacturas y del empleo industrial son exageradas porque, según ellos, la desaceleración, e inclusive el crecimiento negativo de buena parte de las ramas industriales, obedecen principalmente a la revaluación y a factores coyunturales del comercio mundial que explican el deterioro registrado. Incluso, hablan de que la industria está creciendo.

Sin demeritar a las personas que llegaron a dichas conclusiones, me permito mencionar algunos puntos importantes que confirman el fenómeno de desindustrialización que atraviesa la economía colombiana y del cual, desde la Coalición para la Promoción de la Industria Colombiana, nos hemos encargado de alertar al Gobierno Nacional presentando un documento de conclusiones y recomendaciones desde hace más de un año, junto con la publicación del libro ‘Hacia una política industrial de nueva generación’.


 Aquí lo importante no es quién evidenció primero este preocupante fenómeno, sino reconocer que la preocupación es cada vez más generalizada. Pero la reacción no tiene el sentido de urgencia que a nuestro juicio se requiere para contrarrestar su evolución y evitar que las perspectivas manufactureras del país, y por ende el potencial de exportaciones no tradicionales y los correspondientes empleos, caigan al precipicio de la insostenibilidad.


Esperando los datos que saldrán hoy día para el mes del octubre sobre el desempeño industrial y con los últimos datos publicados por el DANE correspondientes a la actividad industrial a septiembre de 2012, estos revelaron que la producción real del sector fabril sin trilla de café cayó en -1.3 por ciento en comparación a septiembre de 2011, lo que claramente indica que la industria no está creciendo.


Adicionalmente y de acuerdo con las observaciones que hicimos al Director del DANE en mayo pasado, se observa que a septiembre 32 de los 48 subsectores industriales registran disminución en su producción.


 De ellos se destacan: i) otros productos de madera; corcho, cestería y espartería (-42,72 por ciento), ii) aparatos e instrumentos médicos, ópticos y de precisión (-34,13 por ciento), iii) aserrado de madera, hojas de madera (-19,20 por ciento), iv) carrocerías para vehículos, partes, piezas y accesorios (-19,1 por ciento) y v) otros productos textiles (-17,11 por ciento).


Es importante tener en cuenta que la desindustrialización no es un fenómeno único de Colombia en la región, debido principalmente al auge reciente de los commodities, con términos de intercambio favorables.


Por lo tanto, comparar nuestras cifras con las de los demás países latinoamericanos que atraviesan por un proceso similar al nuestro, no tiene sentido.


En las exportaciones industriales con destino a los Estados Unidos en manufacturas tales como: i) materias plásticas y sus manufacturas; ii) preparaciones alimenticias diversas; iii) manufactura de fundición, hierro o acero; y iv) prendas y complementos de vestir, excepto de punto, encontramos:


Mientras de enero a septiembre de 2011 se exportaron 383.494 miles US$ FOB, de enero a septiembre de 2012 la cifra se redujo a exportaciones por 355.996 miles US$ FOB.


Lo anterior, lejos de evidenciar los supuestos beneficios –con que algunos sobrevenden el impacto positivo de la negociación, trae para la industria colombiana y la balanza comercial del país el desafío de desarrollar una estrategia urgente que evite invertir la balanza comercial con USA de un superávit comercial que tradicionalmente hemos tenido a un eventual déficit comercial ante el aumento que posiblemente continuarán registrando las importaciones provenientes de ese país.


Lo anterior, aunado a los resultados de la MMM del DANE, en los cuales se aprecia que en los últimos seis trimestres, desde el II-2011, el empleo industrial observa un deterioro en el 48 por ciento de las ramas que registraron tasas de crecimiento negativas por dos o tres trimestres consecutivos, y el 42 por ciento de las ramas industriales presentan tasas de crecimiento negativas en su empleo en los dos últimos trimestres.


De nada vale que analistas e investigadores sigamos alertando acerca de los hechos anteriormente mencionados, si el principal gremio del país y quienes tienen la capacidad de expedir medidas de política pública no reconocen la gravedad de la desindustrialización y empiezan a adoptar las medidas necesarias para estimular la competitividad y el crecimiento de las ramas estratégicas de la industria, en vez de tratar de minimizar lo delicado del problema y su impacto negativo en el empleo.

Credito
MARTA LUCÍA RAMÍREZ DE RINCÓN

Comentarios