Lectura del santo evangelio según san Marcos 10,13-16

Jhon Jaime Ramírez Feria

En aquel tiempo, le acercaban a Jesús niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban.

Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: «Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él.»

Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos.

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

Reflexión: novedad, gratitud y crecimiento

¿Qué significa acoger el Reino de Dios como un niño? San Marcos presenta cómo el mensaje del Maestro pide ser acogido con novedad, gratuidad y crecimiento.

Aceptar a Jesús y su Mensaje sin prejuicios, estereotipos y “peros”, lleva a descubrir la novedad del don de la salvación que él presenta. El Evangelio es novedad que lanza a la persona a la sorpresa, a la admiración, a la respuesta; no es un acomodarse a lo que yo espero que diga o lo que me gustaría que dijera. Así lo expresa el Papa Francisco en la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium: “La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría”.

Es una realidad que los niños enseñan a recibir el Reino de Dios sin ponerle condiciones, sin exigir nada a cambio, con la conciencia de recibir un don inmerecido que a Dios le ha parecido bien regalar, “porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna.” (Jn 3,16).

Acoger el Reino reconociendo la necesidad de Dios ayuda a seguir el camino con la confianza incondicional que los niños tienen. Cuando se reconoce lo que se ha recibido se experimenta el camino de la confianza y del total abandono en Dios que Santa Teresita del Niño Jesús describía como infancia espiritual: “Ser niño pequeño es reconocer la propia, nada, esperar todo del Buen Dios como un niño pequeño lo espera todo de su padre, no inquietarse por nada, no amasar fortuna.

Ser pequeño es además no atribuirse a uno mismo las virtudes practicadas, creyéndose capaz de cualquier cosa, sino reconocer que Dios pone ese tesoro en manos de su hijito para que se sirva de él cuando lo necesite; pero ese tesoro sigue siendo el de Dios”.

Ahora bien, tres interrogantes resuenan al compartir este pasaje del Evangelio: ¿con qué novedad viene acogido el mensaje del Señor? ¿La gratitud es una virtud que se ejerce en la vida cotidiana?¿La experiencia de fe cultivada se convierte en un camino de continuo crecimiento en todas las áreas de la vida?

Arquidiócesis de Ibagué

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