Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 5, 43-48

Jhon Jaime Ramírez Feria

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

-«Habéis oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo” y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.

Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto».

Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Meditación: amar, hacer el bien y rezar.

Con el pasaje del Evangelio de hoy se llega a la cima de la montaña de las Bienaventuranzas: “Sed perfectos como vuestro Padre celestial”. Jesús comunica una nueva mirada para entender y practicar la Ley de Dios que hace germinar un cambio de mentalidad, un cambio de actitud y un cambio de situación; ahora se requiere que todas las acciones del discípulo hablen de Dios que es misericordia.

La fuente que tiene el cristiano para hacer algo extraordinario que supere la división, el odio y las enemistades es el mismo Dios, reconocido como Padre que hace nacer el sol para malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Sí, Jesús pide hacer algo extraordinario dejando que las acciones transparenten la riqueza del corazón de Dios. Entonces hacer distinciones entre buenos y malos, santos y pecadores, gente de la preferencia personal y gente no deseada no hace bien al alma.

Todo se resume el imitar a Dios porque quien no ama no ha conocido a Dios porque Él es Amor. Qué gran anuncio liberador hace Jesús: El amor es el principio y el fin de todo. Y la imitación que se pide al discípulo no está en abstracto; es ver y aprender de Jesús que con sus palabras y acciones, con cada gesto reveló la fuerza liberadora del amor; amor hasta la Cruz desde donde resuena el “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”.

El veneno de la crueldad no consiguió apagar la fuerza de amor de Jesús y así deja en evidencia que el odio, la ira y la venganza malgastan las fuerzas de la humanidad; vencer con el amor la fuerza bélica del odio; hacer el bien y rezar por quienes nos persiguen nos sitúa en la perla del evangelio porque si amamos solo a los que nos aman ¿qué mérito se tiene?

En las manos de los creyentes está el mostrar un lenguaje nuevo, el lenguaje de la acogida, del perdón y la misericordia. La realidad de Colombia pide de aquellos que han creído en el Señor aquel un modo de vivir y de existir que manifieste la posibilidad de la reconciliación y de la libertad interior para vencer el mal a fuerza de bien.

Arquidiócesis de Ibagué

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