Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 7, 7-12

Jhon Jaime Ramírez Feria

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre. Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le va a dar una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre del cielo dará cosas buenas a los que le piden! En resumen: Tratad a los demás como queréis que ellos os traten; en esto consiste la Ley y los profetas».

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Meditación

Cuando un bebé tiene hambre, o siente dolor, o necesita algo, o se siente solo, llora. Cuando aprende a hablar los padres le enseñan al niño la importancia de comunicar con el diálogo sus peticiones; y cuando él es adolescente busca que lo que comunica exprese sus emociones y cuente con la autoridad de sus padres.

Podríamos decir que esta realidad se aplica a la relación vital de cada uno con Dios. Cuando vamos madurando en el camino cristiano asumimos las tres recomendaciones que Jesús nos hace: pedir con perseverancia, buscar con criterio y llamar con esperanza de ser atendidos. Una primera etapa de nuestro crecimiento cristiano es el “clamar entre el llanto” para que nuestras necesidades sean satisfechas; a medida que crecemos espiritualmente aprendemos a pedir conforme a la voluntad de Dios, como nos lo enseña el apóstol San Juan: “Con él tenemos la certeza de que, si le pedimos algo conforme a su voluntad, nos escuchará. Y si nos escucha en todo lo que le pedimos, sabemos que ya tenemos lo que le hemos pedido” (1Juan 5, 14-15); o como en otro pasaje nos dice Jesús: “Si permanecen en mí, y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y les será hecho” (Jn 15,7).

Con estos consejos Jesús nos enseña el verdadero rostro de Dios, Padre amoroso en el que podemos confiar: “¡Cuánto más vuestro Padre del cielo dará cosas buenas a los que le piden!”. Pero ¿qué pedimos en nuestras plegarias?, ¿buscamos agradar a Dios? ¿nuestra oración está acompañada de la confianza que da certeza, seguridad y nos libra de la ansiedad y la desesperanza?

Esa relación de confianza en la paternidad de Dios se abre a una relación renovada con el prójimo; de ahí la regla de oro: “Tratad a los demás como queréis que ellos os traten”. Valgámonos de los tres consejos de Jesús para aplicarlos también a la relación con el prójimo. Primero, “quien pide recibe”, es decir, que las personas que se acerquen a nosotros puedan recibir siempre algo bueno, que estemos dispuestos a dar, no de lo que sobra, sino dar de lo que somos. Así lo enseña San Pablo. “Con nadie tengan otra deuda que la del mutuo amor. Pues el que ama al prójimo, ha cumplido la ley. En efecto, lo de: No adulterarás, no matarás, no robarás, no codiciarás y todos los demás preceptos, se resumen en esta fórmula: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. La caridad no hace mal al prójimo. La caridad es, por tanto, la ley en su plenitud” (Romanos 13, 8-10). En segundo lugar: “quien busca encuentra”; dejémonos encontrar del otro, no nos encerremos en nosotros mismos, valoremos al prójimo como un don al que debemos descubrir, cuidar y acompañar. Y por ultimo, “al que llama se le abre”, es decir, tenemos la tarea cada día de estar abiertos a la construcción de una correcta relación con Dios Padre que nos hace hermanos y nos invita a cultivar la fraternidad.

Arquidiócesis de Ibagué

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