Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 5, 33-37

Jhon Jaime Ramírez Feria

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No jurarás en falso” y “Cumplirás tus votos al Señor”. Pues yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo pelo. A vosotros os basta decir “sí” o “no”. Lo que pasa de ahí viene del Maligno.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.


Meditación


Continúa el evangelio de San Mateo presentando el discurso de Jesús en el Monte de las Bienaventuranzas. Hoy Mateo aborda la plenitud del segundo y octavo mandamiento. El amor a la verdad es algo que debe reflejarse en la vida del cristiano. Entonces ¿qué sentido tiene jurar?

Ante las apariencias, la mentira e incluso la posverdad que pueden ser realidades comunes en la sociedad actual, el Señor invita a vivir en la verdad, a conformar el pensamiento, las palabras y obras a la Verdad que nos hará libres. Esforzarse por ser una persona veraz y coherente, en la que el sí de la boca corresponda al sí del corazón. Cuando la mentira entra en el corazón corrompe las relaciones, corrompe la verdad de sí mismo; lo dice el libro de la sabiduría: “la boca que miente mata el alma” (Sabiduría 1, 11).

Nuevamente el Señor busca que con la vivencia concreta de estos mandamientos se alcance la transparencia en la relación entre las personas. En el salmo 24,4 se encuentra la relación entre la fe y la verdad: “¿Quién puede subir a la montaña del Señor? Aquel que tiene las manos inocentes y el corazón puro, que no confía en los ídolos, ni hace juramento para engañar”. La solución que Jesús propone es ésta: “Diga apenas ‘sí’, cuando es ‘sí’; y ‘no’, cuando es ‘no’. Que lo que pasa de aquí viene del Maligno”. El propone la honradez total y radical. Nada más que esto. 

El Papa Francisco, refiriéndose a este evangelio señala que “Jesús dice a sus discípulos que no juren, en cuanto el juramento es signo de la inseguridad y de la falsedad con que se desarrollan las relaciones humanas. Con esto, se instrumentaliza la autoridad de Dios para dar garantía de nuestras vicisitudes humanas. Más bien estamos llamados a instaurar entre nosotros, en nuestras familias, en nuestras comunidades, un clima de transparencia y de confianza recíproca, de modo que podamos ser considerados sinceros sin recurrir a intervenciones superiores para ser creídos. La desconfianza y la difidencia recíproca siempre amenazan la serenidad”.

Lo anterior permite confirmar la incompatibilidad entre la verdad que libera y la mentira que corrompe el corazón y las relaciones, en cuanto que “las ofensas a la verdad expresan, mediante palabras o acciones, un rechazo a comprometerse con la rectitud moral: son infidelidades básicas frente a Dios y, en este sentido, socavan las bases de la Alianza” (Catecismo de la Iglesia 2464).

Comentarios