Lectura del santo Evangelio según San Mateo 23, 13-22

Jhon Jaime Ramírez Feria

En aquel tiempo, habló Jesús diciendo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el reino de los cielos! Ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que quieren. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que viajáis por tierra y mar para ganar un prosélito y, cuando lo conseguís, lo hacéis digno del fuego el doble que vosotros! ¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: “Jurar por el templo no obliga, jurar por el oro del templo sí obliga”?

¡Necios y ciegos! ¿Qué es más, el oro o el templo que consagra el oro? O también: “Jurar por el altar no obliga, jurar por la ofrenda que está en el altar sí obliga.” ¡Ciegos! ¿Qué es más, la ofrenda o el altar que consagra la ofrenda? Quien jura por el altar jura también por todo lo que está sobre él; quien jura por el templo jura también por el que habita en él; y quien jura por el cielo jura por el trono de Dios y también por el que está sentado en él.»

Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús

 

Meditación

Encontramos en el Evangelio de hoy a Jesús pronunciando cuatro “ay de vosotros” contra los líderes religiosos de la época; palabras duras que al meditarlas vemos como en un espejo para encontrar lo errado que puede haber en nosotros mismos, en nuestra familia, en nuestra Iglesia y sociedad.

Cerrar la puerta del Reino presentando la imagen de Dios como un juez severo de leyes y normas dejando poco espacio para la misericordia y la compasión es hipocresía; usar la religión como medio para enriquecerse explotando al pobre y transformando la fe en un mercado es hipocresía, creer que la fuerza del Evangelio se impone con el proselitismo y no por el compartir alegre de la Buena Nueva del amor de Dios que da vida en abundancia es hipocresía; y vivir haciendo juramentos para confirmar la verdad o para despertar credibilidad sabiendo que el lenguaje debe ser: “‘Sí, sí’ ‘no, no’: y lo que lo que pasa de aquí viene del Maligno”.

La mirada del Evangelio de hoy no se queda en el recuerdo de aquellas palabras duras de Jesús; esta Palabra es también para nosotros una experiencia de corrección, un llamado a la conversión auténtica que haga brotar una nueva manera de relacionarse con Dios, con la religión y con los otros. Jesús nos corrige porque se interesa por nosotros, no le es indiferente que nos extraviemos o corrompamos el corazón.

Él quiere que nuestra imagen y experiencia de Dios no sea errada; Él no es un Dios severo y distante, Él es el Padre que ama y no quiere que ninguno se pierda. Él nos conduce a una verdadera práctica de la vida espiritual personal y comunitaria y nos alarma porque “el amor al dinero es la raíz de toda clase de males. Por codiciarlo, algunos se han desviado de la fe y se han causado muchísimos sinsabores” (1 Timoteo 6,10).

Explica el Papa Benedicto XVI que “Nosotros sabemos que la autenticidad de nuestra fidelidad al Evangelio se verifica también en base a la atención y a la solicitud concreta que nos esforzamos en manifestar hacia el prójimo, especialmente hacia los más débiles y marginados. Así, el servicio caritativo, que puede desarrollarse en una multiplicidad de formas, se convierte en una forma privilegiada de evangelización, a la luz de la enseñanza de Jesús, que considerará como hecho a sí mismo cuando hayamos hecho a nuestros hermanos, especialmente al más “pequeño” y desatendido”.

Entonces, acojamos estas palabras con humildad, aceptemos la corrección del Señor y que no existe incoherencia entre lo que profesamos, somos y hacemos.

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