Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 18, 1-5- 10

Jhon Jaime Ramírez Feria

En aquel momento, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: -«¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?» Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo: -«Os aseguro que, si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ese es el más grande en el reino de los cielos. El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí. Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial».

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Meditación

Celebramos la fiesta de los Santos Ángeles Custodios. Como lo decía San Basilio “Todo fiel tiene junto a sí un ángel como tutor y pastor, para llevarlo a la vida”; esta verdad de fe viene atestiguada por la Palabra de Dios, que nos confirma la existencia de estos espíritus celestiales. En el salmo 91 leemos: “A sus ángeles ha dado órdenes Dios para que te guarden en tus caminos”.

En el Evangelio de hoy, escuchamos a Jesús que nos dice: “Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus Ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial”.

Siguiendo esta enseñanza del Señor podemos puntualizar que los ángeles (mensajeros de Dios) están en la presencia del Señor para adorarlo y cumplir sus órdenes, entre ellas, acompañar a los seres humanos en el camino de la vida. Esta convicción la señalaba en el siglo II, Orígenes, diciendo que “los cristianos creemos que a cada uno nos designa Dios un ángel para que nos guíe y proteja”.

Así, cuando hablamos del ángel de la guarda o ángeles custodios a muchos de nosotros viene a la memoria, las primeras enseñanzas de la fe. Fue la oración “Ángel de mi guarda, mi dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día, hasta que me ponga en paz y alegría con todos los santos, Jesús y María”, de las primeras plegarias que nos daban confianza y seguridad. ¿Será que continuamos realizando esta plegaria o consideramos que era un asunto de niños?

Conservemos la amistad con Nuestro Ángel de la guarda, expresión del cuidado de Dios con nosotros, pidamos su intercesión en nuestro caminar hacia el cielo.

Recordemos el llamado del Papa Francisco a vivir el Mes Misionero Extraordinario. Él nos dice: “Yo soy siempre una misión; tú eres siempre una misión; todo bautizado y bautizada es una misión… quien ama se pone en movimiento, sale de sí mismo, es atraído y atrae, se da al otro y teje relaciones que generan vida… Cuántos santos, cuántas mujeres y hombres de fe nos dan testimonio, nos muestran que es posible y realizable esta apertura ilimitada, esta salida misericordiosa, como impulso urgente del amor y como fruto de su intrínseca lógica de don, de sacrificio y de gratuidad”.

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