Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 14, 12-14

Jhon Jaime Ramírez Feria

En aquel tiempo, dijo Jesús a uno de los principales fariseos que lo había invitado: «Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos.»

Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús

 

Meditación

Cuando leemos este pasaje del Evangelio nos encontramos con una propuesta de Jesús un poco extraña: ¿invitar a la mesa a los excluidos y marginados? Detengámonos en algunos aspectos.

En primer lugar, es sorprendente ver cómo Jesús responde a la invitación de un fariseo. En muchas ocasiones vemos que ellos se presentan como enemigos de Jesús, buscan acabar con él, lo critican y lo acusan de blasfemo y transgresor de la ley. Sin embargo, en otros fariseos se despierta una primera admiración por el Señor, lo buscan y lo invitan a comer como un gesto de cercanía. Jesús no hace acepción de personas, acepta la invitación, habla con cariño y riega la semilla del Reino.

En esta ocasión, agradecido por la invitación, Jesús presenta una consideración indicando la grandeza del amor gratuito que da sin esperar nada a cambio. Es el signo de invitar a los pobres, enfermos y necesitados. La motivación ya no será la lógica de “te invito porque luego me podrás recompensar con una invitación igual, es decir, la lógica de un interés”. La verdadera motivación será imitar la gratuidad de Dios, es decir, dar sin esperar nada a cambio, amar desinteresadamente. Como señala un autor: “Cultivar la gratuidad es un modo de ser auténticos hijos suyos. Y es a lo que invita Jesús cuando destaca que todas esas personas necesitadas, carentes de bienes, son quienes merece la pena tener presentes a la hora de convidar a la mesa. Son los necesitados a los que hemos de invitar porque es una forma de compartir, aunque nunca puedan devolvernos ese gesto”.

Así aparece una bienaventuranza: “dichoso tú, porque no pueden pagarte”. Sí, es la felicidad que brota del hecho de vivir un gesto de total gratuidad; es la felicidad que produce amar sin interés. Es la felicidad que nos coloca en la línea del amor divino que nos da el Reino en el que ninguno viene excluido.

Leyendo este pasaje Evangélico dice el Papa Francisco: “A quien quiere seguirlo, Jesús le pide amar a los que no lo merecen, sin esperar recompensa, para colmar los vacíos de amor que hay en los corazones, en las relaciones humanas, en las familias, en las comunidades y en el mundo. Cristo vino para salvarnos, para mostrarnos el camino, el único camino para salir de las arenas movedizas del pecado, y este camino de santidad es la misericordia, que Él ha tenido y tiene cada día con nosotros. Por tanto, amemos a quienes nos contrarían; bendigamos a quien habla mal de nosotros; saludemos con una sonrisa al que tal vez no lo merece; no pretendamos hacernos valer, contrapongamos más bien la mansedumbre a la prepotencia; olvidemos las humillaciones recibidas. Dejémonos guiar siempre por Cristo, que se sacrificó a sí mismo en la cruz, para que podamos ser cauces por los que fluye su caridad”.

Arquidiócesis de Ibagué

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