Lectura del Santo Evangelio según San Marcos 1, 21-28

Jhon Jaime Ramírez Feria

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad. Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios». Jesús lo increpó: «Cállate y sal de él». El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió.

Todos se preguntaron estupefactos: «¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen». Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.

Palabra del Señor. Gloria a TI, Señor Jesús.

 

Meditación

El pasaje del evangelio presenta a Jesús que con su comunidad de discípulos entra en Cafarnaún y el sábado enseña en la sinagoga; su misión primordial es la de anunciar el Evangelio con la fuerza del Espíritu Santo. La autoridad de su Palabra tiene el poder de reprender el mal y liberar al hombre.

San Marcos resalta en primer lugar que Jesús enseña con autoridad; la gente percibe que Jesús no es otro maestro más; su enseñanza es diferente tanto por la forma como lo hace como por aquello que anuncia. Jesús con su palabra despierta la conciencia de las gentes, motiva a salir del letargo de la rutina de la vida y de una religión sin corazón. Su Palabra inquieta porque habla desde su experiencia de Dios y de la vida; se involucra con la gente, no habla con la arrogancia de quien sabe y mira desde lejos, no enseña desde el escritorio o la cátedra de quienes se consideran “los sabios”; él habla desde la vida y para la vida y por esto la gente se impresiona.

Detengámonos por un momento a pensar en una doble realidad; primero, ¿con qué disposición acogemos la Palabra del Señor?, segundo, ¿Qué valor le damos a nuestra palabra? ¿La palabra que pronunciamos tiene autoridad porque es coherente con lo que pensamos y hacemos?

En una ocasión hablando con un adulto mayor señalaba la crisis del valor de la palabra, decía: “Antiguamente decíamos que la palabra de una persona era más fuerte que la firma de un cheque, pero ya no se cree en la palabra, ¡hemos perdido el valor de la palabra! Ahora la palabra no basta porque decimos una cosa y hacemos otra. El elogio más grande que he escuchado de alguien es que es una persona de palabra”.

Contemplando a Jesús cuya palabra tiene autoridad detengámonos a pensar ¿cuánto vale lo que decimos? La gran enseñanza del Señor es que la palabra nos define; sí, la palabra que armoniza con la vida. Una gran enseñanza en medio de un mundo competitivo en el que la palabra se hace una herramienta de consumo. Hoy se dice: “todo es válido”. Si es necesario mentir o decir medias verdades se hace; si es necesario retractarse en lo pactado o tener una palabra endulzada con emociones cambiantes se hace. Hoy no se promueve la importancia de cumplir la palabra dada en todos los ámbitos de la vida.

Concluyamos esta meditación aprendiendo de la autoridad de la palabra de Jesús. Jesús habla con modestia y humildad, no negocia sus convicciones, es sincero y enseña con franqueza, su palabra refleja su interioridad por eso habla con la verdad, habla con sabiduría y con poder hasta producir la liberación del otro, es una palabra que se convierte en servicio concreto. Que nuestra palabra también sea una buena noticia para los otros. ¿Cuál es el valor que le das a tu palabra?

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