Nuestra capacidad de aguante

Iván Ramírez Suárez

Desde el primero de enero de 2013 se cobra en el país la denominada “sobretasa a la prestación del servicio de telefonía móvil para la cultura”, conforme a lo ordenado por la ley 1607 de 2012.

El nuevo tributo incrementó el impuesto al consumo de este servicio en cuatro por ciento y tiene como destino creación, fomento y fortalecimiento de bibliotecas; apoyo a planes, programas y proyectos deportivos a nivel nacional; programas de fomento y desarrollo deportivo e infraestructura; y, el fomento, promoción y desarrollo de la cultura y la actividad artística.

Los recursos destinados al apoyo, fomento y desarrollo cultural son administrados por el Ministerio de Cultura y para acceder a ellos, los municipios, departamentos, organizaciones no gubernamentales y gestores culturales deben presentar proyectos técnicamente sustentados, teniendo como norte de inversión lo establecido en la Ley General de la Cultura (Ley 397 de 1997) y la ley 1185 de 2008 que la modificó parcialmente.

Un detenido análisis a la inversión generada por este concepto en el Tolima en 2014 y 2015 nos muestra que la Alcaldía de Ibagué sale muy mal librada en su gestión para jalonar recursos para el sector cultural municipal.

Solo un proyecto le fue aprobado (IX Encuentro Nacional Infantil de Danza Folclórica ‘Capital Musical’), por 15 millones de pesos, siendo gran número de los rechazados la reiterada inconsistencia con los requisitos técnicos exigidos

Al indagar por estos proyectos en el Ministerio, se nos explicó que un problema común de la Alcaldía y la gran mayoría de entidades sin ánimo de lucro y gestores culturales de Ibagué es la deficiencia técnica con que son presentados los proyectos.

De ahí que esa entidad haya visto necesario enviar un funcionario especializado del área de proyectos, quien estuvo en la ciudad en junio, tratando de coadyuvar en la solución de las principales falencias presentadas en los proyectos. Sin embargo, la Secretaria de Cultura ignoró la presencia del funcionario y consideró que tenía compromisos más importantes que cumplir, por lo que éste tuvo que reunirse con integrantes del Consejo Municipal de Cultura y algunos gestores culturales para socializar la valiosa información y asesoría de parte del ministerio.

Esta ineptitud y prepotencia de los secretarios de despacho y encargados de elaborar, presentar y gestionar los proyectos, tiene a Ibagué no solo incumpliendo sus compromisos contraídos ante el país, sino con resultados nulos en gestión de recursos para inversión en áreas de alto impacto social.

La actual Administración no ha obtenido un solo peso por regalías, ya que los ocho proyectos presentados ante el Ocad departamental le han sido devueltos. El Sistema Estratégico de Servicio Público, que busca modernizar la prestación de este servicio, está paralizado. Los recursos asignados por el Viceministerio del Agua para solucionar el problema del acueducto de la ciudad están congelados y hacen fila para ser trasladados a otras entidades territoriales. Los deportes que serían sede de competencia en los Juegos Nacionales han venido siendo trasladados de sede a municipios de menor categoría.

Es decir, la Alcaldía de Ibagué hace el oso nacional y en las altas esferas del Gobierno es bien conocida la incompetencia de una administración que ha sido incapaz de cumplir sus compromisos adquiridos y le ha quedado grande contribuir a la solución de los problemas más álgidos que padece la ciudad.

La capacidad de aguante de nosotros, los ibaguereños, parece no tener límite, pero creo que con esta alcaldía ya empieza a agotarse. Hay que esperar cuando se da el punto de quiebre.

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