Perdón por la masacre y el despojo

Iván Ramírez Suárez

El Papa Francisco, como Juán XXIII en su época (1958 a 1963), representa un liderazgo de cambio y renovación ideológica y de actitud dentro de la iglesia católica.

Cada día sorprende más con sus posiciones de realismo religioso y aterrizaje de la fe, de acuerdo a las necesidades y problemas materiales y sociales del mundo contemporáneo.

En su reciente visita a Sudamérica, Francisco pidió perdón a los amerindios por el despojo territorial del que fueron víctimas a raíz de la conquista y colonización española y portuguesa.

Este acto de reconocimiento público cubre igualmente la masacre humana y la destrucción socio-cultural que se hizo utilizando un cristo en la mano y arcabuces en la otra. Lo que conllevó al sometimiento forzado del indígena y al nacimiento de una nueva raza y sociedad, producto del sincretismo racial y cultural entre españoles, africanos e indígenas.

Lo que ignora el valiente Papa, es que seguidores ortodoxos del dogma católico en nombre de la fe aplican justicia emulando tan horroroso episodio histórico, con idénticos resultados a los antes obtenidos: El despojo territorial y el desplazamiento forzado del indígena.

Éste en Colombia, ya no se hace con el cristo y el arcabuz, sino con la efigie de la diosa Temis en una mano y la camándula en la otra, contraviniendo el mandato constitucional que erigió un Estado laico y prohibió cualquier forma de discriminación social, racial o política.

Mediante sentencias penales y civiles, más de 300 familias de la etnia Pijao, agrupadas como parcialidad en los municipios de Prado, Natagaima y San Antonio serán despojadas de sus tierras ancestrales en cumplimiento de órdenes de jueces de la República, que se niegan a reconocer el derecho de esta raza a recuperar el territorio que les ha pertenecido y al que están ligados social y culturalmente. Una moderna forma de aplicar el desplazamiento forzado poniendo al servicio la representación y el poder del Estado.

Le faltó entonces mencionar al Papa Francisco en su sincera y afortunada solicitud de perdón, hacerlo extensivo a las decisiones judiciales que en nuestro país insignes representantes de la “Legión de María” y seguidores del credo de José María Escrivá de Balaguer vienen produciendo en contra de esta discriminada raza, a la que ven como una “plaga” usurpadora e impía.

Ojalá que el despojo de los próximos días no vaya signado como en la Conquista con un injusto derramamiento de sangre.

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