Lo que oculta Jhon Ésper Toledo

Iván Ramírez Suárez

Tres fortalezas destaca en sus intervenciones, su imagen publicitaria y su hoja de vida el aspirante a la Alcaldía de Ibagué Jhon Ésper Toledo: su férrea creencia en Dios (lo que le significó el apoyo electoral del Mira), su amor por la familia y su exitosa vida empresarial.

A Dios hace alusión a cada instante, invocando su protección y en acto de fe y alabanza por haberlo traído a este mundo y darle los éxitos que él dice ha logrado en su vida.

De su familia solo menciona y destaca su unión marital y sus dos hijos. Ignora a sus padres, los numerosos hermanos, tíos y abuelos.

Sorprende que un “hombre de Dios” - como suele autodenominarse- omita recordar y mencionar sus consanguíneos ascendentes y colaterales, máxime cuando es un personaje público, llegado a Ibagué hace algunos años, de quien no se conoce cómo transcurrió su infancia y adolescencia y está obstinado en alcanzar la máxima dignidad política y administrativa de la ciudad.

De su exitosa vida empresarial muy poco conocen los ibaguereños y nada cuenta Toledo. Iniciada desde que salió de su pueblo natal (Gigante, Huila) en 1993, meses después de cumplir la mayoría de edad.

Por el contrario, sus inicios como comerciante fueron de fracaso. En Popayán en 1994, y Cali en 1995 y 1996, vendió zapatos al detal, anhelando tener “riquezas y éxitos” por lo que su aspiración se convirtió en el nombre con el que identificó su pequeño negocio, el cual fue clausurado para seguir su aventura en Ibagué.

Aquí se inscribió varias veces como empresario en 1996 y ese mismo año y al siguiente canceló los registros.

No destaca que en Ibagué fue usurero, propietario fundador de la casa de empeño Compraventa Tío Rico (2002 y 2003). Que cobraba el exorbitante 10 por ciento de interés a los necesitados que debían empeñar sus bienes por míseros pesos. Y que cuando decidió aspirar al Concejo de Ibagué bajo la égida de Rodrigo Páez, hecho ya un “Tío Rico”, traspasó sus derechos a un vecino suyo de Campoalegre, Huila.

Su actividad política en Ibagué la empezó en 1998 al lado del exesposo de Carmen Sofía Bonilla y desde esos inicios ha utilizado como estrategia no hacer mención de sus consanguíneos, a quienes sí ha utilizado para acrecentar su capital incluyéndolos en fundaciones, corporaciones y asociaciones.

Parafraseando a Winston Churchill, se podría afirmar que Toledo llegó de fracaso en fracaso hasta el éxito empresarial. Pero la realidad es otra. El pretendido éxito de que se ufana solo es producto del ejercicio de la usura (disfrazada por los famosos pactos de retroventa) y su gestión y participación en numerosas sociedades de familia, que me indican que podríamos estar ante el caso de un nuevo socio de Ibagué.

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