Votaré Sí, en honor de Lolita

Iván Ramírez Suárez

Lolita se graduó de bachiller normalista en 1937. Como alumna aventajada del colegio femenino de La Presentación, solo requirió de un empujoncito de su tío paterno, monseñor Manuel Suárez Saavedra, para vincularse como docente en el municipio de Ibagué, siendo gobernador Mariano Melendro (1938).

El conflicto social y político en Colombia sufrido durante el siglo XIX y las primeras décadas del XX, dejó como herencia odios, rencores y laceraciones físicas y síquicas en la población, siendo el Tolima uno de los departamentos -para la época- más afectados. La aguda confrontación entre liberales y conservadores marcó distancias y diferencias hasta en las mismas familias.

La guerra de Los Mil días, la Masacre de Las Bananeras y 50 años de hegemonía conservadora en el poder fueron un antecedente reciente de confrontación política y social que hizo irreconciliables las ideas e intereses del bipartidismo colombiano. Lolita, de familia liberal, empezó a sentir en carne propia la exclusión y discriminación familiar, social y laboral causada por su caracterizada decisión de unir su vida en matrimonio con un comerciante godo, de origen antioqueño. En la década del 40 se acrecentó la persecución política en el país y con el asesinato del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán el sector rural del Tolima se volvió invivible.

‘Pájaros’ y ‘chulavitas’ se turnaban en poblados conservadores y liberales para masacrar y desterrar a sus enemigos políticos. Incomprensible violencia que llegó hasta la escuela rural de El Tambo, corregimiento Cocora, en Ibagué, para atacar, agredir y desterrar a la profesora Lolita y su familia, quienes heridos debieron abandonar su terruño para ubicarse en la vecina Pereira.

Hubo de transcurrir tres años para que bajo el mandato presidencial de Alberto Lleras Camargo y siendo gobernador del Tolima Rafael Parga Cortés (1960), se ordenara el reintegro de la totalidad de servidores públicos que, como consecuencia de la llamada ‘violencia’, tuvieron que abandonar sus sitios de trabajo y/o residencias.

Para la misma época, la guerrilla liberal, liderada por Guadalupe Salcedo, y que actuaba como defensora del ideario de su partido, se desmovilizó, quedando un reducido grupo en armas que da origen a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Farc, que después de 50 años de lucha armada concretó su disposición de entregar las armas y desmovilizarse para reintegrarse a la institucionalidad.

Bajo este tortuoso escenario de violencia y criminalidad, nuestra generación hubo de actuar nacida en medio de la violencia, educada bajo el mismo estigma y laborando y formando hogar y familia bajo la dura intensidad de este conflicto.

Por toda esta experiencia vivida y como un orgulloso hijo de Lolita Suárez Pérez, valerosa docente durante 37 años y víctima anónima de este conflicto, votaré Sí el plebiscito que aprueba el acuerdo para la desmovilización de las Farc.

Es el primer paso en la búsqueda de la paz, que llegará sólo si se acompaña de una real y verdadera Justicia Social.

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