Adiós a la cancha del Jordán

Iván Ramírez Suárez

El infortunio que padecen nuestros deportistas al no contar con escenarios apropiados para entrenar y competir parece de nunca acabar.

Ya no son solo las ligas de natación, patinaje, fútbol de salón, baloncesto, boleybol, lucha, gimnasia, boxeo, ciclismo de pista y BMX, sino que la epidemia ha llegado además al fútbol aficionado y recreativo y a las escuelas de fútbol infantil y pre juvenil.

La otrora ‘Cancha del Jordán’ (hoy llamada 14 de octubre) construida hace más de 50 años, no solo perdió el sello de popularidad y barriada que hacía de ella un tesoro cultural forjador de más de una centena de futbolistas, sino que además le ha sido arrebatada a la muchachada que bajo el sol y la lluvia inclementes acudía a cualquier hora del día o la noche a sentir el placer de jugar fútbol sobre un agreste arenal.

Esta característica natural les imprimió la polenta necesaria a jugadores tolimenses que llegaron al profesionalismo del fútbol nacional e internacional, incluidas jóvenes y actuales figuras como James David Rodríguez y Fredy Guarín.

Tal como ha ocurrido con otras joyas futbolísticas como la cancha La Castellana de Pescadito en Santa Marta, o la de Juanchito en el Valle, la del Jordán está siendo sometida al proceso de implementación de grama sintética, que le resta la dificultad que la arena y la tierra crean en los futbolistas al transportar el balón o hacerlo rodar, sobre todo en temporada lluviosa. Elemento necesario, para que los niños cojan fortaleza muscular y potencia en sus piernas, desde el proceso de formación en las escuelas de fútbol.

Pero moda es moda. Ya los magos de la contratación -como Melquiades en Cien Años de Soledad - andan de pueblo en pueblo ofreciendo los últimos adelantos del modernismo y la tecnología del deporte, llamados canchas sintéticas, y han acabado con las dificultades innatas de la naturaleza y contra las que hubieran de luchar Carlos Valderrama, Eduardo Retat, Radamel Falcao García o el mismísimo James, por dar solo algunos nombres, en Pescadito o el Jordán y que les permitió acumular una fortaleza física que los hizo y hace triunfar.

Pero lo más triste, es que la remodelada cancha -si es que el contratista cumple- va a ser administrada por organizaciones privadas y las cinco escuelas de fútbol que en el sector existen y más de 30 equipos de categorías juvenil, única y mayores que acostumbraron practicar el fútbol competitivo y recreativo allí, quedarán reducidas en más de la mitad por los costos que se causarán a raíz del mantenimiento, la administración y los sueldos del personal empleado.

Se pasará entonces de un escenario público, abierto día y noche a los usuarios y que cumplía su misión para la cual fue creada en 1962 con dineros de ‘La Alianza para el Progreso’, al igual que todo el barrio, a ser un escenario embellecido, acartonado, pero al cual no podrá tener acceso sino el que tenga el dinero para pagar los costos de alquiler.

Nos pasará igual que con el Deportes Tolima. Una sociedad comercial y lucrativa, al cual llegan futbolistas de todas las regiones, menos el futbolista tolimense.

Una triste y dura realidad.

Coletilla: Los habitantes del Jordán ya dudan de que las obras se terminen. ¡A tocar madera!

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