Ricardo Ferro, de uribito regional

Iván Ramírez Suárez

La nueva aventura política que ha emprendido Ricardo Ferro en el Tolima, esta vez como candidato del Centro Democrático a la Cámara de Representantes, lo ha llevado a tratar de mostrar una faceta bastante peculiar: de uribito regional. Como él mismo lo afirma en su columna semanal que publica en este diario - bajo el título “Con Junín y Santa Isabel arrancamos la ruta histórica para rectificar el rumbo” (enero 2 de 2018) - ha emprendido un recorrido por municipios del Tolima azotados por la violencia subversiva, para tratar de justificar la vigencia de la política de la seguridad democrática que durante ocho años aplicó en su gobierno su mentor político e ideológico, Álvaro Uribe Vélez.

Inspirado quizás en las experiencias y enseñanzas del periodista polaco Ryszard Kapuscinski (1932 - 2007), con camarógrafo a bordo, hace de youtuber y como un cronista de guerra en ciernes tiene como propósito “honrar la memoria de nuestras víctimas” y “llamar a la conciencia y rectificar el rumbo”, como insiste en afirmarlo. Aunque Ferro tiene todo su derecho de divulgar y profesar el credo del santo de su devoción política, desconocer el acuerdo de paz que permitió el sometimiento institucional de las Farc y tratar de torpedear el que está en tránsito con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), con un claro y evidente interés electorero, no deja de ser un acto de oportunismo, politiquería y desconocimiento de una necesidad nacional como es la desmovilización y entrega de armas de las estructuras militares guerrilleras.

Su discurso fundamentalista, repetido con puntos y comas del Corán uribista, quiere llevarnos a retrotraer la historia y borrar de un solo tajo el largo y tortuoso camino recorrido durante el gobierno de Juan Manuel Santos.

La experiencia militarista fallida que vivimos desde el año 2002 y que concluyó en el 2010 bajo el mandato de la seguridad democrática, si bien es cierto produjo golpes certeros a las estructuras guerrilleras, llegando a disminuir su capacidad de cobertura y acción política y militar, no terminó con la derrota de éstas como se había prometido, sino más bien en el aumento del desplazamiento forzado, la criminalidad y el reagrupamiento de organizaciones mafiosas y paramilitares en el sector rural y urbano. “Rectificar el rumbo” es desconocer lo pactado con las Farc y romper cualquier posibilidad de desmovilización y entrega del ELN, para adentrarnos de nuevo en la intensificación de un conflicto armado que solo beneficia a la elite de la fuerza pública, las transnacionales negociantes de armas y a un sector de la dirigencia política terrateniente que pesca en río revuelto y acrecenta su propiedad en tiempos de violencia y confrontación.

La guerra en Colombia siempre ha sido utilizada desde nuestra independencia para producir una reacumulación de la propiedad y el capital. Y detrás del credo uribista está el poder económico mafioso y feudal que quiere evitar a toda costa el avance hacia una estructura democrática y pluralista en lo político, lo social, lo económico y lo cultural.

Un necesario análisis y reflexión antes de votar, para entender quienes son los beneficiarios de la guerra y no nos vuelvan a engañar.

@jiramirezsuarez

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